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El miedo se adhiere a tu cuerpo como una segunda piel, es una sensación pegajosa que se apodera de tu conciencia prevaleciendo sobre el resto de tus emociones, te oprime el pecho, te impide respirar, un sudor frío desciende por tu espalda y sabes que si gritas, la tensión terminará fragmentándose, pero él no podía chillar, porque si lo hacía, su secuestrador bajaría a castigarlo y eso lo horrorizaba más que nada en el mundo.

"El hombre sin nombre" vivía aterrado, el miedo se había convertido en su único compañero, le daban escalofríos, pero por más que suplicaba nadie acudía a consolarlo, ni siquiera sus recuerdos.

-¿Quien soy? ¿Quien soy?- repetía atormentado, pero no encontraba respuesta.

"El hombre sin nombre" había perdido la memoria, no sabía quien era, ni dónde se encontraba, tenía el cuerpo lleno de quemaduras y no podía mover la pierna derecha, su vida se limitaba a una eterna espera espera en la que la puerta que la separaba de la libertad la llenaba de irracionales temores.

Su habitación era pequeña y sombría, solo tenía un desvencijado colchón tirado en el suelo y un barreño de plástico que utilizaba para hacer sus necesidades.

"El hombre sin nombre" vivía en las tinieblas, sabía que al atardecer la luz desaparecía y ella se quedaba sola sin mas compañía que aquella decrépita bombilla que colgaba del techo que jamás se había iluminado.

-¿Por qué no la enciendes?- le preguntó a su captor un día de un arranque de atrevimiento, y el hombre, severo, clavó en él su enrojecida mirada como si le irritara su comentario.

-Nadie puede saber que estas aquí.-le respondió con dureza -No quiero que vean la luz desde afuera.

Oscuridad, solo eso. Oscuridad, soledad y miedo. El joven no conocía otra cosa, se pasaba horas agazapada en el colchón siendo incapaz de imaginar que el ser humano podía sentir otras emociones. Para él la vida no contenía nada más, solo la espera, la infinita agonía de aguardar a que los pasos que escuchaba en el piso de arriba se dirigiera a la puerta y quitaran el candado.

A el joven le aterraba su secuestrador, desde la primera vez que lo vio le atemorizó la forma en que lo miraba. El hombre actuaba como si lo que sucedía en aquel sótano fuese normal, estaba acostumbrado a funcionar así con frialdad, con indiferencia, como si la existencia del joven solo fuese una molestia.

-¿Por qué no me oculta tu cara? -se martirizaba- ¿Es qué jamás va a liberarme o es que va a matarme antes de que tenga oportunidad de delatarlo?

La incertidumbre era insoportable, el joven tenía muchas preguntas sin respuestas, preguntas que llenaban sus horas de soledad sin que ninguna hipótesis creíble se asomara a su mente, la única  persona que podía contestarlas era él y parecía que iba a seguir guardando el secreto eternamente.

-¿Cuanto tiempo llevo aquí?- le preguntó a los pocos días de recobrar la conciencia.

Su secuestrador, que le había traído una botella de agua, se puso en cuclillas para estar a su altura.

-Es suficiente -le respondió, como si aquella enigmática respuesta tuviera algún significado.

El joven, intentando incorporarse en el colchón sin que la pierna enferma se moviera, frunció el ceño.

-¿Cuanto tiempo he estado inconsciente?- insistió.

Su captor, incomodo porque intentara sacarle información, continuó con su juego.

-El necesario para recuperarte- le dijo.

El joven, decepcionado, volvió a tumbarse y observó frustrado como el hombre se levantaba del suelo y se dirigía hacia la puerta, sabía que cuando la madera crujiera  echara le nuevo el candado ya no tendría respuestas hasta la próxima vez que bajara y podrían pasar muchas horas.

-Por lo menos....- le suplicó desesperado- ¿Podrías decirme dónde estamos?

Su captor, dándose cuenta de lo angustiado que sonaba su voz asintió con la cabeza, era consciente de que lo peor de la situación del joven era que no podía recordar. Si por lo menos tuviese un pasado su cautiverio sería más llevadero, pero en ese estado era insoportable.

-Órzola- le contestó con sequedad, y el chico, pensativo, repitió aquella palabra que para él no significaba nada. 
























Nueva Historia 😘
Que la disfruten tanto como yo lo haré escribiendo

Las amo no lo olviden ❤ que tengan buenas noches (en España)

El hombre sin nombre -KOOKMIN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora