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-¡Jungkook! ¡Jungkook! ¡Abre!

El joven se había quedado dormido en el sótano y el sonido del timbre le sobresaltó, pego un brinco sorprendido por que no estaba acostumbrado a recibir visitas, pero al escuchar la voz que lo llamaba entendió perfectamente lo que sucedía, era su madre, su madre que aparecía sin avisar para meter las narices donde no lo llamaban, su madre que jamás iba a su casa, era la primera vez que lo hacía en los últimos seis años, pero estaba allí, chillando en la puerta como si quisiera alarmar a todos los transeúntes que pasaran por la zona, amenazando con tirar la candela abajo.

-¡Hay luz en el porche! -bramó la mujer malhumorada-. ¡Se que estás ahí! Así que abre de una vez.. ¡No me hagas esperar!

Jungkook se levantó de la silla alterado, recibir visitas era lo que menos le convenía en esos momentos ¡Nadie debía entrar allí! El joven seguía durmiendo en el colchón y parecía que le había bajado la fiebre, no podían molestarlo ¡Descubrirla! La ansiedad se apoderó de la boca de su estomago y deseó poder coger una escopeta y echar a su madre a balazos.

-Lo siento -susurró mientras cogía una cuerda y le ataba con cuidado las manos-. Serán sólo unos minutos, en seguida regreso.

El hombre le puso la mordaza y se quedó un instante observando su rostro, el joven parecía un príncipe encantado en mitad de una pesadilla, perecía tan frágil e indefenso que un golpe de aire le podía desintegrar, sintió lástima por él, deseó que se recuperara pronto.

-¡Jungkook! ¡Abre de una vez!

El chico cerró la puerta con el candado y subió las escaleras lo más rápido que pudo, salió al parterre y desde allí vio a su madre, que con brazos en jarra, lo esperaba exasperada apoyada en la cancela.

-¡Por fin! -exclamó molesta, y le ordenó con el dedo que se acercara y abriera la verja.

Jungkook avanzó pensando que no podía dejarla pasar, el hecho de que se hubiese acercado hasta allí ya suponía una amenaza ¿Y si el chico se desataba y se quitaba la mordaza? ¿Y si gritaba? ¿Y si lo oía? No podía arriesgarse a que sucediese algo así, según se aproximaba arrastrando los pies por el picón las dudas le consumían ¿Lo había atado lo suficientemente fuerte?

"Tengo que echarla de aquí" -pensó-. "Tengo que echarla como sea"

Su madre atravesó la puerta como si fuese un presa canario a punto de embestir a un atacante, sus ojos envejecidos lo observaban como si quisiera leer la mente, y el hombre, sintiéndose acorralado, se puso en frente de ella para impedirle el paso y demostrarle que no era bien recibida allí.

-Me tenías preocupada -le dijo la mujer sonando por primera vez como una madre que había llegado-. Llevas tres domingos sin aparecer por casa y cuando Don Fermín me ha llamado para decirme que estabas enfermo... ¡No he quedado mas remedio que venir! Nunca me cuentas nada... ¡Ni si quiera me has llamado!

El joven, dando un puntapié a una piedra, escupió su respuesta en voz baja, le molestaba que de repente la mujer apareciera allí como si tuviera obligaciones maternales. ¿Dónde estaba cuando él estaba en la cárcel? ¿Por qué jamás acudió a verlo? ¿Por qué ahora si? ¿Por qué iba a su casa en el peor momento y lo miraba como si de verdad quisiera protegerlo?

-Tu tampoco me has llamado -le reprochó-. Nunca lo hacemos. Deberías estar acostumbrada.

La señora, sosteniendo una fiambrera con sus rechonchas manos, frunció el ceño, no le gustaba que su hijo le hablara así parecía que no la respetaba, siempre recriminaba sus acciones ¿Acaso pensaba que no hacía suficiente por él? ¡Bastante tenía ella con aguantar todo lo que se hablaba en el pueblo! Jungkook le había condenado a la vergüenza y encima tenía la desfachatez de echarle en cara que no era buena madre.

El hombre sin nombre -KOOKMIN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora