-17-

4.6K 650 75
                                    

Abrió los ojos lentamente estando totalmente confuso, sentía las pequeñas manos de YongBok en su cabello, lo podía escuchar hablar de fondo con alguien que supuso era su abuela, no entendía nada. Recordaba caer dormido luego de aquella charla con NaHyun, también tiene vagos recuerdos sobre una crisis. No entendía mucho la situación.

Abrió lentamente los ojos encontrándose con el rostro de YongBok, el omega le veía preocupado, sus ojos brillaban en algunas lágrimas retenidas y sus labios estaban rojos de tanto morderlos.

Lo siento.

Dante habló de la nada antes que MinHo siquiera intentara hablar para que el omega note que estaba despierto.

En serio lo siento mucho.

¿Qué pasa, hermano?

Todo fue mi culpa, todo ha sido mi culpa. Ya no pasará otra vez.

No entiendo nada.

Soy un idiota. Eres libre.

Un sonido sordo lo noqueó por unos segundos, solo podía escuchar un prolongado pitido en sus oídos, cuando pudo volver a la normalidad notó algo extraño en el aire, aquel aroma tan dulce que siempre sentía junto a YongBok se habían convertido en un aroma que recordaba al ser pequeño.

Galletas. Galletas y vainilla.

El aroma de la cabaña, del bosque en sí. Todo eso lo golpeó en un solo segundo causando que soltara un jadeo que alertó a YongBok inmediatamente.

— ¡Hyung! —dejó de acariciar el cabello del alfa para poder tomar su rostro y así sonreírle.

Esa sonrisa, esa brillante sonrisa que el omega tenía capaz de liberar las tensiones que acompañaban a MinHo, unos ojos brillantes en alegría al ver que el alfa estaba bien.

— ¿Cómo te sientes, hyung? —preguntó sin alejarse.

— Estoy bien, cachorro —aseguró en un susurro teniendo pequeñas molestias en su garganta a la hora de hablar.

— Estuve muy preocupado —se abrazó al alfa volviendo a acariciar el cabello de este— Venga, le haré algo para comer.

Se apoyó en la cama antes de levantarse de la cama, buscó alrededor algo que le dijera que estaba soñando, que en verdad no sentía los aromas. Pero ahí estaba, siendo golpeado por cada uno de estos y trayendo de vuelta tantos sentimientos y recuerdos.

Entró al baño y se miró al espejo, su piel estaba bien, sus labios un poco agrietados sin restos de sangre en ellos, ninguna ojera para su sorpresa.

Se veía medianamente bien.

Mojó su rostro y se volvió a ver al espejo, olisqueando al aire para registrar aromas aunque solo quería salir corriendo hacia el omega.

Dante.

Llamó a su lobo sin obtener una sola respuesta.

Dante. Aparece.

Ninguna palabra.

No estoy enojado contigo.

Salió del baño arreglando su ropa, asomó su cabeza por la puerta mirando a YongBok moverse por la cocina sin haber perdido esa sonrisa. Se acercó poco a poco, sus músculos dolían aún un poco, pero nada que lo mataría.

Al estar cerca del omega no pudo evitar ladear un poco la cabeza y sonreírle, siendo testigo de un pequeño sonrojo en las mejillas del omega mientras esté terminada de preparar los emparedados.

— Me tocará cocinar por un mes entero —dijo cuando el omega le acercó el plato con el desayuno.

Al primer mordisco volvió a sentir aquel sabor que tantos años atrás había dejado de sentir, lo recordaba, recordaba que amaba ese tipo de emparedados. Creía que lloraría en cualquier momento por volver a sentirlo.

— Su comida es deliciosa, hyung —aseguró YongBok sacando una pequeña bolsa de cereales— Nana los compró.

— ¿Cómo te sientes MinHo? Nos diste un gran susto antes —apareció la señora desde su habitación.

— Estoy mucho mejor, lo siento por eso —dijo apenado.

— No es tu culpa, creo que Zarc al fin entró en razón.

Ignoró ese comentario y siguió con su desayuno hasta que el sonido de su celular se escuchó desde alguna parte de la cabaña, se levantó con cuidado y fue por él, notando que ChangBin lo llamaba.

Al contestar lo primero que escuchó fue a los hermanos Seo bombardeándole con preguntas y algún que otro regaño hasta que se calmaron, no habían sabido nada de MinHo por dos días y eso los tenía ambos preocupados. Les respondió riendo un poco enternecido, asegurándoles que se encontraba bien antes de volver con los omegas.

— Tendríamos que volver a Seúl —murmuró el alfa mirando hacia el pecoso— Tenemos que volver al trabajo.

— ¿Te sientes bien para conducir?

Me siento mejor que nunca.

— Me siento bien, cachorro —aseguró acercándose para abrazarlo. Cuando pudo envolver sus brazos alrededor del omega como tantas veces había hecho.

Ahora era diferente, ahora sentía verdaderamente ese aroma tan dulce y reconfortante.

— Bokkie —susurró cuando NaHyun se fue de la cabaña alegando tener que ir al pueblo.

— ¿Qué pasa hyung?

— Siempre me han gustado las galletas —comenta como quien no quiere la cosa, sorprendiendo al omega— Especialmente las de vainilla.

— ¿Puede sentir los aromas? —tartamudeó ligeramente. MinHo simplemente asintió mostrándole una sonrisa— Pero como...

— No lo sé, pero estoy feliz —volvió a apretujar al omega, disimuladamente buscando la glándula de olor de este.

Se quedaron de esa manera por un tiempo hasta que decidieron que era tiempo de empezar el viaje, recogieron las pocas cosas que habían quedadas desperdigadas por la cabañita y le dejaron una nota a la señora, donde escribieron el número de celular tanto de MinHo como el de YongBok.

Bok no pudo evitar dar una última mirada hacia la casa de sus padres cuando ya estaba en el auto, algún día, quizás algún día, podría volver a verlos y no sentirse tan mal.

MinHo notó rápidamente el estado del omega se apresuró a tomar la pequeña mano de este y envolverla en la propia, dándole suaves caricias en la palma para tranquilizarlo.

— El día que quieras volver aquí vas a demostrarles que ser un omega no es algo tan malo y que ellos son idiotas ¿Sí? —YongBok asintió sin soltarse de la mano del alfa— Si tenemos suerte podemos seguir nuestra serie antes de ir a trabajar.

— ¿Podemos parar a comprar postres? —MinHo asintió— ¡Genial!

El mayor río por el tono tan animado que el omega utilizó, lo miró por unos segundos, como con esa sonrisa causaba que sus ojitos de transformaran en dos pequeñas media lunas.

— ¡Hyung! Ahora sí le puedo preparar mi famosa tarta de chocolate.

— ¿Famosa?

— Claro que sí, es conocida en todo el mundo y usted podrá probar una preparada directamente por el chef.

Volvió a reír soltando la mano del omega para revolverle el cabello y centrarse en la carretera para poder volver en paz a Seúl.

Broken TieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora