Cap 11. Descubriendo al culpable

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   El aire está tenso entre los dos, aunque sean mejores amigos. Keita mira al frente con una mirada cansada y sin ánimo para nada. Tatsu mira al suelo con las manos en los bolsillos, pensando en dos cosas a la vez; Keita, ¿qué le pasaría?, y en Tom. Ya que estaba con su amigo intentaría averiguar el por qué de esa actitud.

   -Keita –dice levantando la mirada del suelo y posándola sobre él-, ¿el sábado y domingo fuiste a la casa de Rikudo?

   -Sabes que sí –hace una pequeña mueca mirándole, recordando lo sucedido-, y sabes que me echó contra mi voluntad y m edio el dinero como si hubiera trabajado…-va diciendo cada vez más bajo.

   -¿Estás mal por eso? Pareces exhausto y en cierto modo deprimido.

   -Tsk, ¿y tú qué –se para, agresivo-? Últimamente andas por las ramas y hablas más con Rikudo. ¿Qué pasa, te estás enamorando? ¿Ya lo habeis hecho?

   -¡ -le mira con sorpresa y algo de horror-! –ofendido le fulmina con la mirada, con un leve sonrojo, y se va a un rápido ritmo de allí.

   Claro que había estado hablando con Rikudo, sobre que no podían acceder a la información de su móvil, de sus cuentas, ¡de todo! Alguien, al parecer, había metido algo en la red para que no pudieran espiarle… Y enamorado… También había estado hablando un poco sobre Tom pero no está enamorado de él, o por lo menos aun. Aún sigue sintiendo atracción y algo especial por su amigo, pero con el pelirrojo es distinto. Es alguien con quien se puede liberar y compartir opiniones y casos. Son tan idénticos incluso en lo contrario. Se consideran hermanos más que otra cosa.

   Keita le agarra del brazo, frenándole, y lleva su otra mano a la frente.

   -Lo siento por estár tan arisco –suspira-. Es que no puedo dormir por las noches, no mucho –dice con la mano en la frente, tapando sus ojos que miran al suelo-. No puedo concentrarme en los estudios y, como mis jefes –“donde incluyo a Stefanie” piensa- no me dejan ur a trabajar me siento inútil. Y me siento raro desde hace un tiempo. No sé que me pasa y estoy… tan frustrado… ¡Y me pasan tantas cosas más!

   -Keita, tranquilo –le abraza fuertemente-. Tranquilo…

   Se deja abrazar correspondiéndole y tragándose las ganas de llorar. Entonces se pregunta… ¿Por qué, por qué todo lo malo le pasaba solo a él? ¿Qué había hecho para merecer eso? Desde el día en que nació su vida estaba condenada a sufrir. Entonces, ¿por qué simplemente no acababa con ella? Serí lo más fácil.

   Pero intenta alejar esos pensamientos. No quiere deprimirse, más, y sabe que hay personas –puede que pocas pero las hay- que se preocupan por él. Como a ese idiota que está abrazando. Por primera vez en mucho tiempo abriendo un poco su corazón dice:

   -Gracias, Tatsu –con una sonrisa-. Gracias.

   -No hay de qué –el también sonríe y se separan. Extiende una mano hacia él-. Vamonos ya a la siguiente clase. Y cambia esa expresión de la cara, que no pareces el mismo Keita gruñón de siempre –dice de broma.

   -Idiota –coge su mano y se pega a él, cambiando su semblante por uno serio con una leve sonrisa.

   -Gracias por el piropo~ -empieza a dar saltitos y valancear sus manos.

   -Pareces un niño pequeño…

   Ya en clases…

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