The taste of beauty.

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Dedicado a user04632607.

Lo bello lo tenía de pies a cabeza y eso nadie podía negarlo, aunque les costará, aunque le tuvieran enviada, aunque le vieran brillar entre el cielo y la tierra, lo hermoso lo tenia desde su mas pequeño cabello hasta la punta de sus pies, Dita se había ganado la fama en el pueblo y dentro de su circulo de compañeros de armas, pero los rumores sobre el no se hacían esperar.

Sus 2 mejores amigos siempre salían a su defensa y a causa de esto siempre terminaban con uno que otro golpe, Dita veía esas acciones y trataba de ayudar a sanar esas heridas.

— Deberían dejar de hacerlo, uno de estos días sufriran más que de costumbre — les decía Dita cada vez que curaba las heridas, sin embargo ellos se negaban justificando que nadie tenia derecho a decir mentiras acerca de el o de su belleza, además de ser sus compañeros quienes decían esas horripilantes cosas a sus espaldas.

Bien sabía que aquellos rumores eran solo eso, rumores, pero no faltaba quién tratara de molestarle más de la cuenta, eso le llenaba de rabia pero a la vez sentía un profundo dolor en el pecho, sentía rabia por no atreverse a enfrentarse a ellos, a ellos que hablaban sin su consentimiento de su persona y dolor porque sus amigos sufrían por su culpa y porque el mismo se estaba creyendo esos rumores, se le metio en la cabeza que solo era una cara bonita.

Cuando llegaba la noche los bellos ojos azulados de Dita se volvían un mar amargo y ni siquiera las estrellas eran capaces de consolarlo, Angelo hacía hasta lo imposible para que esas lágrimas dejaran de salir, mientras Shura buscaba a los culpables, aveces funcionaba pero otras tenian que sucumbir ante la derrota.

"Dicen que lo mas hermoso tiene buen sabor", fue el último rumor que llegó a sus oidos, lo único que pudo hacer fue mirar con rencor a los que habían dicho esas palabras, luego salió corriendo al mar, no se atrevía a hacerles frente, no por que fuera cobarde o porque no fuera lo suficientemente fuerte, si no que ellos eran cinco y el estaba, desafortunadamente, solo.

Se sumergió hasta el fondo, el mar era, luego de la compañía de sus amigos, su único refugio, se sentó en una roca y esperó a que el sentimiento de ira fuese nulo en su ser, para cuando abrio los ojos tenia a Aioros a su lado tomado un mechon de su cabello turquesa y metiendolo a su boca, saboreando el sabor a sal que se había impregnado en este, con horror vio lo que sucedía y como por inercia comenzo a derramar lágrimas, le arrebató a Aioros ese mechón y salió a toda prisa del mar hasta llegar a su casa seguido, sin darse cuenta, por su atrevido acompañante.

Cerrando la puerta comenzó a dar vueltas por todos lados negando y preguntándose el porque y que había hecho para merecer tal cosa, sin prestar atención Aioros entró y tomo su brazo sorprendiendo a Dita.

—¿Que haces aquí?, deberías de estar satisfecho, ve y diles que se equivocan y que solo soy un niño con una cara bonita, ve y diles que mi sabor es horrible y que soy un cobarde, ve y diles que Dita no es más que belleza superficial. — Dita intentaba sin éxito soltarse.

— no estoy aqui para molestarte, si no para disculparme contigo. — Aioros bajo la mirada, había escuchado lo que dijeron de Dita y su curiosidad fue mas grande, pero verlo con ese rostro lleno de horror y tristeza le hizo comprender todo.

— Habla antes de que me arrepienta.

— Me causó curiosidad lo que dijeron, pero ahora se que ellos son unos idiotas, no saben lo que sientes cuando hablan así de ti y de tus cualidades, ahora he comprendido esa tonta frase. — Aioros intentaba sonar tranquilo, le dolía ver a Dita de esa manera.

— ¿De que hablas?, no tengo idea de lo que dices, dejame solo.

— No, tienes que escucharme, he comprendido lo que significa esa frase y ciertamente lo mas bello tiene un buen sabor, ese sabor no es físico y ahora lo se, ese sabor que tanto dicen poseen las cosas hermosas es mas bien el sabor que te dejan después de admirar cada parte de ellas, ese sabor es la calidez de sus ojos y de su sonrisa y tu Dita tienes un muy buen sabor. — Aioros tomo con delicadeza las manos contrarias, le sonrió y salió de la casa dejando a Dita mas rojo que las rosas de su jardín.

Desde ese día Dita ignoraba por completo las palabras ofensivas pues ahora sabía que el sabor de su belleza era la huella que dejaba en los corazones de las personas a las que conocía.

Dan R.

A day on Dita's lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora