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Para user04632607. Gracias por estar en cada una de mis ideas.
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No, no, definitivamente no, aunque le insitiera un millón de veces la respuesta sería la mismas, se negaba rotundamente a la propuesta de Shura, habia estado así una semana entera y seguramente duraría aún más a no ser que aceptara, pero no, no, no y mil veces no.

— Anda, di que si Dita, solo será un pequeño cambio, te gustará.— Shura puso ojos de cachorro, pero como las veces anteriores, el de cabellos celestes se negó.

— No, te lo he dicho un millon de veces Shura, no tocaras mi cabello.

— Por favor, Dita no seas así conmigo, solo será esta vez, te lo prometo.— Shura seguía insistiendo.

— No, la última vez que se les ocurrió involucrar mi cabello en una de sus ocurrencias, casi termino calvo. — Dita seguía negándose, no permitiría que su cabello, que tanto le costaba cuidar, se viera afectado por uno de los experimentos de esos dos.

— Pero esta vez será diferente, además esta fue mi idea y no de Ángelo.

— No, ya se que eres más cuidadoso, pero no, sabes bien que no me gusta que toquen mi cabello.— Dita estaba perdiendo la paciencia.

Shura soltó un suspiro y se retiró hacia su casa, se rendirá, pero no para siempre; Dita sonrió victorioso, no iba a pasar una tragedia de nuevo.

La admiración que Shura, muy en el fondo, le tenía a Dita se había reforzado cuando lo vio cuidar su apariencia con suma delicadeza y auque no lo aceptara el también lo hacía, aunque no tanto como su amigo, fantaseaba a menudo con ver a Dita con el caballo corto pues desde que lo conoció, el largo de este había sido respetado, sabía a la perfección cuanto amaba esa parte de su cuerpo y cuan importante era para el.

A menudo le veía mas de la cuenta, tenía muy presente que la perfecta apariencia de Dita era resultado, primero de su genética y segundo, de los cuidados que daba hacia su persona.

El portador de Excalibur deseaba ver a uno de sus mejores amigos con el cabello a la altura de los hombros o incluso con algo similar a su corte, deducia, no muy alejado de la realidad, que igual se veria lindo.

— tengo un plan — Ángelo llegó emocionado a la casa de Shura.

— Habla.

— Dita pasa tiempo en el mar cuando nosotros no estamos con el, así que, fingiremos irnos y después tu lo buscaras en el agua y le harás ese cambio — Ángelo tenía ideas locas pero a menudo funcionaban y esta era una de ellas.

— bien.

Ambos partieron sin decirle nada al tercero, quien no tardo en buscarlos por todos lados, iba de arriba hacía abajo por todo el santuario sin obtener respuesta de ese par, no muy feliz se fue a su lugar favorito, se sumergió y comenzó a buscar algo interesante.

Los otros dos lo siguieron de manera sigilosa y en cuanto Dita hubo entrado, Shura fue tras él, no tardo mucho en lograr su objetivo, pues no se había alejado demasiado, en cuanto estuvo a una distancia considerable, comenzó su trabajo, cortando mechones del cabello celeste de Dita, la víctima se percató de ello y lo vio con una combinación de terror y molestia, cuando terminó se fue sin decirle nada a Dita, dejando al mencionado con asombro.

Dita salió del océano y comprobó, con horror que su cabello, ahora estaba con la misma medida que el cabello de Shura.

— ¡SHURA!. — gritó Dita y como alma que lleva Hades, salió como rayo hasta la casa de Ángelo, lo vio sentado en el sofá y sin darle una explicación, lo tomo de la oreja y lo llevo a rastras hasta la morada del portador de Excalibur.

Shura escucho su nombre, sabia a la perfección quien lo había dicho, sudó frío, pues la belleza de Dita solo era comparable con lo letal que podía llegar a ser cuando se enojaba, tragó grueso cuando lo vio entrar con Ángelo y por inercia comenzó a retroceder.

— Puedo explicarlo.

— empieza a rezar Shura porque no creo que Atena te salve. — se veía el enfado en los ojos de Dita, y Ángelo sintió que su alma iba y venía del inframundo, aunque en esos momentos preferia estar en Cositos y no presenciando la posible muerte de su amigo.

—¿Ya te viste en el espejo, Dita? — Si acaso tenía una oportunidad para no terminar con una rosa sangrienta en el trasero, la tenia que aprovechar.

¡Por todos los dioses!, estaba tan enojado que ni siquiera paso por su cabeza hacer tal cosa, tomo en cuenta la pregunta de Shura y se vio en un espejo, ¡POR HADES!, se veía difierente, pero esa diferencia solo hacia resaltar sus finas fracciones y su nivea piel, haciendo que su belleza se elevará hasta el Olimpo, agradecía a los dioses que hubiera sido Shura quien le cambió de aspecto y no el hiperactivo Ángelo.

— Ves, te lo dije, te iba a gustar.

Dita sonrió, ese pequeño berrinche solo fue pasajero, como tantos otros que, en el pasado tuvieron que soportar, pero que más daba si los hacia enojar o los sacaba de sus casillas, después de todo el era el guerrero de la belleza que brilla entre el cielo y la tierra, y ellos,  sus dos mejores amigos y hermanos de armas.

Dan R

A day on Dita's lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora