Second Time

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Había escuchado decir que el guardián de Aries le temia a las aguas profundas, aunque para Dita, eso fuera solo una escusa para no acompañarle, estaba decidido a llevarlo consigo, quizá por capricho o por molestarlo o tal vez para comprobar que lo que había escuchado era verdad.

Llegó con una sonrisa infantil hasta la casa de Mu, el de cabellos lilas se encontraba sentado a la entrada de su correspondiente casa.

— Mu.— escuchó su nombre salir de los labios de Dita.

— ¿Se te ofrece algo?.— preguntó con la amabilidad que lo caracterizaba.

— Acompañame.— pidió el de cabellos celestes, encogiendose frente al contrario.

— si vamos a ir al mar, entonces me niego.— Mu era amable pero lo que no le agradaba, no le agradaba y ya.

Un largo y pesado suspiro salió de la boca de Dita, estaba dispuesto a insistir, pero la mirada caída del guardián de Aries, se lo dijo todo, quizá el de cabellos lilas había tenido malas experiencias o quizá nunca había estado ahí.

— ¿Por qué?.— preguntó Dita.

Mu se limitó a negar con la cabeza, no estaba de humor para dar explicaciones, mucho menos de sus pequeños secretos, se levantó de su lugar y entró al salón principal.

Dita lo siguió, quería una explicación y no se iba a quedar con la duda, no le importaba terminar con una revolución estelar en el trasero.

— me vas a decir que sucede, solo quiero ayudarte.— el de cabellos celestes tomo la mano de Mu, deteniendo su camino.

Volvió a negar, no le gustaba hablar de se tema, ademas ¿Quién se creia Dita para darle una orden así?, se soltó del agarré que lo mantenía estático, le dio la espalda y se fue dejando desconcertado al de ojos azules.

Dita no se rendiria tan fácil, así que busco una rapida solucion, corrió hasta la última casa, la suya, atravesó como alma que lleva Hades y llegó hasta la camara del patriarca, ahí encontraría respuesta.

Se acercó a la puerta y luego de recibir permiso, entró, saludó a su superior como es debido y se dispuso a comentarle la situación, por su parte, Shion escuchaba atento las palabras del joven, quién, ante él, tenía una buena intención, luego de terminar con su queja le explicó que Mu le tenía un pequeño pavor a las profundidades, pues cuando aún era un niño, éste casi muere ahogado.

Dita se sintió el ser mas miserable por insistir tanto con algo que a Mu le molestaba, pero no se quedaría sin hacer nada, no señor, tenía una idea en mente y lo primero era convencer a Mu.

De regreso a la primera casa, Dita armó un discurso muy bueno y que seguro daría resultado.

— Mu — hablo Dita.— ¿Estas en casa?

Una respuesta afirmativa le hizo sonreír y proceder con el plan.

— Acompañame, vamos a donde el cielo ha bajado, donde la definición de paz es simple de entender, donde la vida es de mio formas y colores, vamos donde no hay guerra, acompañame a admirar la belleza interior que se esconde en los dominios de Poseidón.

Mu quedo pálido, ¿De donde carajo, Dita había sacado todo eso?, al de cabellos lilas le pareció tierno y accedió a acompañarlo, su corazón latía a mil por hora y su piel cada vez se parecía más a la nieve de Asgard.

— No te preocupes, yo te cuidaré, además, puedes usar tu muro de cristal. — Dita sonrió con ternura y tomando la mano de su compañero, salió directo al océano.

Y tal como lo dijo el peli celeste, el guardián de Aries utilizó su muro de cristal para sumergirse sin miedo alguno, una vez ahí, quedó maravillado, ¿Cómo fue qué la primera vez le pareció horrible?.

Algunos prefieren la primera vez, pero otros, la segunda, pues la segunda era una mejor vista, admirado lo que alguna vez paso por alto.

Dan R

A day on Dita's lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora