Memories

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A Shion lo habían matado y Dita fue el primero en enterarse de ello, pero tenía miedo, ese que tenía ahora enfrente ya no era el mismo que había conocido años atrás, ya su mirada no reflejaba bondad, Saga había cambiado por completo, sus azules ojos ahora tenían un color escarlata y su cabello era gris, ahora se hacía llamar Arles y su bondadoso corazón ahora era pura maldad, Dita no tuvo más remedio que inclinarse ante él, ante él que se había proclamado el nuevo patriarca.

Su rodilla estaba en el suelo y su rostro inclinado, sus ojos estaban llenos de lágrimas y su corazón estaba destrozado, en su mente comenzaron a aparecer los recuerdos de su infancia junto a Saga.

La primera vez que lo vio, Dita tenía unos escasos 5 años, llego junto Shura y Ángelo, estaba asustado pues no conocía a nadie, era su primer día en Grecia y su griego era horrendo, pues aún tenía el acento sueco y al parecer nadie a excepción de Saga, lograba entenderle.

Luego, las bromas que hacía a los demás, Saga nunca le regañó y nunca se quejó con el patriarca sobre su comportamiento, es más, se reía de las ocurrencias que pasaban por su pequeña mente, aquello que Saga alguna vez le llego a decir, ahora parecían palabras vacías, palabras que escucho pero que ahora eran solo recuerdos del que fue.

A los 7 años, él estuvo ahí, cuando recibió su armadura, se sentía tan feliz que lo primero que hizo fue correr hasta el con una rosa en la mano y la puso en el cabello de Saga quien había recibido la suya un año atrás, recibió una sonrisa de aprobación y una caricia en el pequeño pero ya hermoso rostro que poseía y después, Dita corría hacia abajo solo para entrenar a lado de Saga, aunque Shura y Ángelo se lo reprocharan constantemente.

Las misiones en pareja eran costumbre entre ellos, muchas de estas le tocó junto a él y todas eran siempre una buena experiencia, sabia ya, desde que lo conoció que Saga tenía un hermano gemelo, pero a Dita no le agradaba en lo absoluto, en sus palabras Kanon era muy diferente a Saga, sin embargo también aprendió a llevarse bien con él.

A los 9, Saga le mostró el mar y todo cuanto había ahí, ¿Cómo olvidarlo?, ¿Cómo olvidar as bellas experiencias a su lado?, muy difícil estaba siendo para Dita ver que ese joven de gran corazón ahora era un tirano lleno de maldad; aun inclinado sus sollozos se escucharon y Arles los notó y en lugar de secar sus lágrimas como tiempo atrás, solamente pudo darle a Dita una sonora bofetada, el de cabellos celestes ni siquiera le miró, sabia a la perfección que Saga había muerto a manos de Arles al igual que Shion y que alguien como él, no podía hacer nada para evitarlo o para revertirlo.

Habían llamado traidor a Aioros y por eso le habían asesinado, Dita sabía que eso era la más grande mentira, pero ¿Cómo se iba a oponer a quien le rebasaba por mucho?, si, era hermosamente letal, pero no como para enfrentarse al malvado Saga, no, ni loco, pero le dolía, le dolía no poder hacer algo, le dolía ver a su mayor admiración ser consumido por la maldad de la parte oscura de su corazón.

Interminables madrugadas lamentado la surte del que alguna vez considero su hermano mayor, el llanto que desbordaba de sus celestes ojos era visto solo por las estrellas y unas que otras veces por Shura y Ángelo que también lo acompañaban en su dolor, poco a poco su corazón lo fue aceptando y se fue uniendo a él, más por obligación que por convicción y es que Dita no perdía las esperanzas, nunca lo hizo, ni en el momento en que su vida se extinguió, ni en el momento en que se encontraron en el mundo de los muertos.

Dita siempre fue el caballero de la belleza que brilla entre el cielo y la tierra, pero también fue una rosa a punto de marchitarse por las lágrimas perdidas que jamás fueron secadas por las manos de Saga.

Dan R.

A day on Dita's lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora