28. Snow on the beach.

28.1K 2.1K 559
                                    

"Can this be a real thing? Can it?

Are we falling like snow at the beach?
Weird, but fucking beautiful"

—Taylor Swift (ft. Lana Del Rey) (2022). Midnights.

ADRIEN

Verla parada con esa sonrisa enorme en el rostro valió cada insulto que mis amigos lanzaron contra mí cuando les dije que no podría ir al bar esta noche. Lo valía en sobremanera, a pesar de que recibir sus sonrisas era sencillo, me sentía como el puto rey del mundo cuando me regalaba una.

Me encantaba hacerla enojar y lo supe desde el momento en el que la vi, me gustaba esa actitud prepotente y obviamente me resultaba excitante, como todo en ella; sin embargo, sus sonrisas, las reales, no las que ofrecía por educación, se sentían como el premio mayor, porque eso quería decir que estaba feliz, que yo hice algo que la hizo feliz, y hacerla feliz era mi nuevo propósito de vida.

Cuando me dijo que su sorpresa sería algo casual no esperaba para nada verla con medias oscuras, unos mocasines no tan altos, una falda tableada a cuadros blancos y negros, un suéter de cachemira gris y una blusa blanca a juego. Se veía como una chica linda y elegante, y no como la chica que montó mi muslo hace unas horas.

Oh, jodido Dios. No es momento para pensar en eso.

Su pelo está atado en una media coleta con el resto de sus hebras oscuras arregladas en ondas más marcadas de lo que por sí ya son.

Lleva un bolso negro con correa colgando de su hombro derecho y tiene sus manos detrás de ella mientras se balancea sobre sus pies. Es la escena más linda que he visto.

—Estás preciosa —le digo, sin querer evitarlo y noto como sus mejillas se enrojecen, pero sus ojos brillan más de lo que ya de por sí lo hacían.

Aprieta sus labios y mira un momento el suelo antes de clavar esos bonitos ojos en los míos.

—Gracias —contesta, dando un paso al frente, más cerca de mí—. Tú estás muy guapo.

Sonrío de lado.

Generalmente soy consciente de mi atractivo, y el que la gente me lo diga ya no es algo destacable, sin embargo, el que ella me lo diga eleva mi ego un poco más.

Dejo que me observe y me ahorro mis comentarios para no hacerla sentir incómoda. Me gusta que su atención siempre esté en mí, que me mire cuando cree que no la veo y que, por supuesto, se detenga a inspeccionar mi cuerpo libremente, provocando que sus ojos se enciendan con el mismo deseo que siento por ella.

—¿Y bien? Dime qué la sorpresa eres tú y no podría estar más agradecido.

Sonríe y arruga su nariz. Tan linda.

—Aw —hace un puchero—. ¿Ese fuiste tú siendo romántico?

—¿Qué? —río con nerviosismo—. No, yo no... —me detengo cuando comienzo a balbucear.

Yo no soy romántico, yo nunca he sido romántico. Digo, no sé cómo funciona eso.

El romanticismo y yo no vamos de la mano.

Entonces analizo mis palabras y me doy cuenta de que, literalmente, acabo de agradecer su sola presencia y ¿dije balbucear?

Oh no.

Creo que ve mi rostro porque de inmediato frena mis pensamientos con su voz.

—Tranquilo, no se lo diré a nadie —me guiña un ojo y yo simplemente me tranquilizo, aunque mi mente sigue intentando descifrar lo que acaba de suceder—. La sorpresa es... tan rán.

Irremediablemente Tú y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora