CAPÍTULO II

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CAPÍTULO II: RECLUTAMIENTO

Erika concilió el sueño tras pasar gran parte de la noche despierta acongojada por lo que le tocaba vivir a su princesa, no, ya no era más su princesa, ahora era su reina, y no le pertenecería nunca, ella estuvo la anterior noche en los brazos de un hombre que le doblaba en edad, ya eran casi tres meses desde que la boda se celebró, tuvieron pocas oportunidades para estar juntas y amarse, hasta un día en el que fueron sorprendidas por una sirvienta la cual no dudó en contárselo al Rey, el hombre las vio en privado y propuso hacer un trío cosa que ella rechazó vehementemente, lo que provocó que Valeria negociara la protección de ambas.

La noche se hallaba en su apogeo, los astros brillaban y la luna engalanaba el firmamento, en un castillo de roca dormitaban en la misma cama dos mujeres en camisón entrelazadas en un abrazo íntimo compartiendo su calor.

Un crujido llama la atención de Erika, al abrir los ojos la ventana estaba abierta, no quería apartarse de su reina pero el clima era frío y ya no podría conciliar el sueño si la dejaba así, con suavidad salió de la cama y fue a la ventana.

-No grites, no querrás despertar a tu amante- expresa alguien dentro de la habitación.

Erika ya estaba muy lejos de su cama y por lo tanto de su espada así que solo giró hacia el sonido -¿Urias Formonde?

-Niña, veo que has aprovechado tu cercanía con la monarca de Alester- dice en un susurro.

-Eso no te incumbe- gruñe en respuesta.

Urias se acerca a la ventana y la luz revela su condición, estaba lleno de heridas y moretones -No, pero de seguro al rey le interesaría saber que cuando su reina no está con él está contigo entre sus piernas- ríe el vampiro.

-Si no te mostraras ante mí en una condición tan lastimera te mandaría al infierno- espeta la espadachín.

Urias se toca la barbilla al decir -No necesito tu lástima, necesito tu espada.

-Ahora tienes mi atención- dice al cruzarse de brazos.

El vampiro abre nuevamente la ventana y se sienta en el borde -Verás hace unos meses rompí un sello que mantenía a unos seres confinados- se toca el cuello y prosigue -Pensaba acabarlos solo, así que fui primero por el más poderoso, resultó ser un ser inconmensurable y no lo he vencido todavía, no he descansado y no veo cercana mi victoria.

-Necesitas ayuda, ¿eso es lo que me dices?- indaga curiosa.

-No, venceré a ese enemigo solo- mueve la mandíbula -Pero hay otros siete males, uno viene hacia acá desde las montañas oscuras, te aviso para que prepares a estos reinos y combatan con el ejército que prepara sus armas- se levanta y se prepara para salir -Daré aviso a los demás, tú encárgate de lo que encomiendo.

-Espera, yo no tengo autoridad y tampoco mi reina, el maldito nos controla demasiado, ya sabe sobre nuestro amorío pero lo permite mientras ella no tome parte en las decisiones políticas del reino y pase tres noches a la semana con él para procrear un hijo.

Urias mueve los ojos pensando -Dirías que el rey Aúrico es un impedimento grande.

-Por supuesto.

El vampiro sonríe -No lo será más- salta por la ventana.

-¡Espera que!- clama al tratar de alcanzarlo.

El barullo despierta a la reina -¿Erika que ocurre?- pregunta algo asustada desde la cama.

-Creo que será viuda para el tercer mes de su matrimonio, reina mía- profiere mirando por la ventana a la torre contigua del castillo.

Urias ingresa por la ventana, el rey dormía cómodamente a lado de alguna concubina, se acerca a la cama y tapa la boca del hombre.

HERALDOS DE LA PERDICIÓN Where stories live. Discover now