Capítulo # 8

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Capítulo 8.

♪Cree en ti♫

Tan pronto timbran, arrojo mi cuaderno de dibujo en mi mochila, y trato de salir del aula. Cuándo estoy cerca de salir por la puerta, escucho mi nombre y me enfurezco, no quiero pasar más tiempo del necesario en esta cárcel.

-Señorita Lauren, regáleme un momento- Mientras todas mis compañeras me miran con cara de “anormal”, miro a la profesora con odio. Después de que fue a mi lugar, me incomodo un buen rato, ¿Tengo que quedarme más con ella? Lo que me faltaba.

Me acerco a su escritorio, y ruedo los ojos, ¿Otro discurso de qué debo aprender a comportarme en frente de los mayores?, Dios, no lo soporto.

Cuando llegó al frente de su escritorio, dice lo siguiente:

-Aprende a confiar en ti misma, aprende a ser tú misma, y a no dejarte llevar por nadie- Está loca. Es definitivo. Déjeme en paz, métase en sus asuntos, ¿Qué me puede decir usted de confiar en mí misma, cuándo trae ropa como si esto fuera un prostíbulo?, por favor busque entonces su lugar en el mundo, porque esto es un Instituto.

Pero ¿Qué fue lo que acabo de decirme?, O sea, ¿Qué escupió que no entiendo?, ¿Quién le dio el derecho de decirme lo que se le pegue en gana?, Me ofendo, la miro con la peor mirada que tengo reservada para las profesoras, y me largo de su salón de clases, que parece un puteadero barato.

Siempre a la última hora soy una de las primeras que sale del aula, necesito acabar con esto de una vez por todas, Alexander me da una mirada que me hace sentir anormal, pero no me importa, necesito salir de esta Institución. Rápido. Es decir, si pudiera volar, sería maravilloso.

Cruzo por los pasillos a un paso acelerado, quiero irme ya, quiero dejar esto por una vez por todas, me entra un olor a ambientador y me molesta, paso por la portería de mi instituto que huele a panecillos, bajo las escaleras con prisa, mientras me coloco mis auriculares en mis oídos, necesito mi música, mi escape, mi salida.

Mi pecho sube y baja con rapidez mientras empiezo a trotar suavemente hacia mi casa, mi mamá ya debería estar en casa cuando yo llegue del instituto, pero realmente dudo que hoy esté en casa. Claro que lo entiendo, el trabajo es lo más importante para ella, lo comprendo.

Cruzo por la casa de mi vecina sintiendo que mis pulmones queman, y cuando por fin llego, doy gracias a Dios. Abro la puerta de mi casa, entro, y mi corazón  se hunde al ver que no hay nadie, digo no es como si yo hubiese querido y esperado que por primera vez en la vida mi mamá estuviera aquí, y me saludara como en los viejos tiempos, ya lo dije, no es como si lo hubiera esperado, cierro mis ojos con fuerza, y me construyo un corazón de nuevo, uno las partes que se rompieron, pero es imposible, mi corazón sólo tiene un objetivo en mi vida, bombear sangre a todo mi cuerpo, uniformemente.

Bajo mi mochila de mis hombros al sillón, paso derecho por el bife, no quiero ver nada en este momento, tengo rabia conmigo misma por siempre esperar mucho de todo el mundo, y jamás tener nada a cambio, me enfurezco, me odio, todos los días, tengo rabia de no ser lo que quiero ser, tengo resentimiento, ira, a todos los que me han partido más el corazón, a todos los que han logrado hacerme daño, porque les abrí mi vida. Y poco a poco, me doy cuenta de que me convertí en lo que siempre dije que jamás sería, una suicida.

Mi iPhone suena dentro de mi bolso, lo busco  emocionada porque tal vez, solo tal vez, sea él de nuevo, las mariposas empiezan a crearse en mi estómago, empiezo a sentirme algo emocionada, y cuando al fin lo encuentro, me llevó la sorpresa de que no es él, mi corazón se desinfla instantáneamente.

Es mi mamá. Me habla por chat.

¿Tienes planes ahorita?

Le respondo rápidamente. Sin detalles, lo necesario es suficiente.

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