XIV

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- ¿Estás bien, Chae?.- La voz de Jisoo retumbó en su oídos.

Levantó la mirada, la cual tenía fija en su cena, y se encontró con la mirada confundida de la morena.

- S-sí, estoy bien, ¿por qué preguntas?.- Una sonrisa nerviosa se asomó por sus labios.

- No has tocado tu comida en cinco minutos, y sinceramente, para este tiempo ya estarías buscando tu segundo plato.- Rió un poco.

Jisoo tenía razón, desde esa tarde, Chaeyoung no había sido la misma. Desde que Jennie la besó no había parado de pensar en eso, y en el horrible pensamiento que rondaba su mente.

Le había gustado.

Era tanto así, que al momento de separarse ya quería volver a besarla, y lo hubiera hecho, si no fuera por la alarma que indicaba el final de su jornada laboral.

Y ahí estaba, sentada, con un plato de comida frente a ella y sin haberlo tocado en cinco minutos.

- No me siento muy bien, es todo.- Respondió forzando una sonrisa.

Jisoo la miró sin estar del todo segura, pero decidió dejar el tema por ahora, ya tendrían tiempo para discutirlo luego.

- Por cierto, Chaeyoung.- La voz de Seulgi captó su atención.- Irene quiere que la veas mañana, después de tu descanso.

La peliengra asintió, sonriendole mínimamente.

Al fin algo que la haría distraerse de ese beso, por ahora.

Tenía que enfocarse en la información, no tenía todas las piezas pero poco a poco comenzaba a verle forma al rompecabezas, y la verdad, esperaba con ansias el día de mañana, si Irene quería verla, algo había mejorado en el tablero.

....

Toda la emoción que tenía el día anterior se había desvanecido.

Todo por culpa de la maldita noche. Es verdad lo que dicen, en el momento en que tu cabeza toca tu almohada, que tu cuerpo se relaja y quiere descansar, tu mente revive poco a poco cada momento que marcó tu día.

Y obviamente, el beso con Jennie era el único pensamiento que rondó su mente toda la noche.

El sonido de sus labios, la sensación de su mano en su mejilla, la respiración de la castaña sobre la de ella. Lo revivió todo, una y otra vez hasta que el sol salió.

Quería más, su cuerpo le pedía más.

Quizás era el hecho de que nunca había estado con nadie, que era más virgen que el aceite de oliva extra virgen. Toda su vida se concentró en su misión, ser lo que su padre, lo que su hermana y lo que todos esperaban que fuera.

Creció en una base militar, fue educada y criada ahí, nunca tuvo una infancia ni una adolescencia, siempre fue el llavero de la armada.

La única razón lógica que encontraba para que su cuerpo reaccionara de esa manera ante un simple beso, era que, como jamás había experimentado algo así, su cuerpo le pedía a gritos mucho más.

Y, obviamente, como estamos hablando de Chaeyoung, ella se negaba rotundamente a eso.

Al momento en que llegó a la puerta de hierro que tanto conocía, su corazón se disparó en latidos, pudo sentir su cuerpo arder y una nueva (pero extraña) sensación en su vientre.

Entró, y como siempre, se encontró con la castaña terminando su rutina de ejercicio diario.

- Bueno días, celadora, hoy hace un hermoso día, ¿no cree?.- Sonrió desde el suelo mientras terminaba sus abdominales.

The Flip - ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora