Cap-6 Atrevido

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Como era de esperarse me desperté a las 10:12 de la mañana y no fui a clases, ya saben, por el estrasnocho, mi madre me reprendió porque no debía estar sentada tan tarde en la sala, le expliqué todo y se quedó sorprendida, es que, ¿quién no? Cuando se hablaba de ese chico todo era una sorpresa, aún más sabiendo todo lo que las malas lenguas decían o dicen de él, pero yo misma pude comprobar que era un buen chico, quizás con el ego un poco elevado pero no era algo que no se pudiese arreglar.

Una pequeña puntada en la cabeza me puso de mal humor, solía sufrir de estos dolores, tenía tiempo que no me daban, y los odiaba porque cuando me daban no podía ni ver mi móvil. La mañana estaba fresca, se escuchaban las aves cantar, el sol era leve a comparación de otras mañanas, la melodía de Happier retumbaba por toda la casa, y eso iba a empeorar las puntadas en la cabeza.

Me dirigí a la habitación de Marie para decirle que le bajara, la muy loca estaba cantando a todo pulmón, bufé al escucharla.

— será que te callas, tengo las malditas puntadas en la cabeza— le bufo con cara de pocos amigos, ella busca el control remoto y quita la canción.

Les dije que cuando me dan esos dolores me da mal humor.

— ¿qué pasó con lo de tu plan?— cuestiona muy interesada, no quería decirle pero recordé que, al fin y al cabo;era por ella.

— me respondió— sonrío con aires de grandesa.

— no te lo creo— achica los ojos.

— ah, pues, en serio, es muy tratable— le dedico una sonrisa, acto seguido la puntada en la cabeza se me intensifica y hago una mueca.

— ¡OH POR DIOS!— grita y la miro con odio — lo siento— se disculpa.

— bueno, hablamos hasta las 5 y algo de la madrugada, ya tengo su Whastapp— murmuro meneando mi móvil en su cara mientras sonrío con suficiencia.

La misma reacción de mi madre fue la de Marie, era increíble lo sé, pero para ser sincera pensé que no caería en mi juego, lo bueno de esto es que lo tendré más cerca, ahora el siguiente paso es hacer que salgamos, así sea a caminar.

— mira mamá te dejó el desayuno en el microondas— dice Marie refiriéndose a su abuela ya que ella le dice mamá. Solo sonrío y me marcho a la cocina.

Ya estaba Bañada, vestida excepto peinada me encontraba en la sala iba a ir para donde Scarlet; era otra de mis nuevas amigas, ella era una chica muy diferente; amaba las motos y era medio varonil, su piel era como amarillenta y tenía unos hermosos ojos café, trabajaba en una papelería y me había dicho que fuese a visitarla ya que estaba sola.

Salí de mi casa y subí al pueblo, iba caminando cerca del negocio del padre de José Alejandro y casi muero cuando el sale.

Volteé mi vista para otro lado, disimulando que no lo había visto, las manos me empezaban a sudar, estaba nerviosa, un siseo en su dirección me hizo voltear a verlo.

Se veía tan irresistible, cargaba una sudadera negra y un jeans claro, su cabello desordenado como siempre, sus hermosos ojos reflejaban cansancio y debajo de ellos habían unas pequeñas ojeras violáceas. Una sonrisa socarrona se asomó en sus labios y sentí como casi se me rompían hasta las bragas, ¿es qué acaso no podía ser más perfecto? Me estaba dando algo parecido a un orgasmo ahora mismo por su culpa, y mis mejillas teñidas de rojo carmín no ayudaban para nada a disimular. Le devolví la sonrisa y apresure el paso.

Vergüenza. Eso sentía justo ahora, me coloqué modo estúpida con solo una de sus sonrisas, imagínense cuando lo tenga aún más cerca, está sensación no me pasaba muy seguida, la ultima vez fue cuando conocí a mi primer ex, y claro; todo terminó muy mal. Es verdad lo que dicen: una mirada puede llegar hasta desarmarle el mundo a una persona, y la de él, me desarmaba hasta el brasier.

Malditas EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora