Capítulo I

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Otra mañana, otro día. Nicole se levantó y miró por la ventana...era el mismo paisaje de siempre.
Unos campos amplios, sembrados de manzanos, perales y guindos. Y un bosque, tupido y tenebroso, cuyo lindero, ya inundado por un copioso rio, era intransitable...y, por supuesto, ese horrible dragón de escamas burdeo que la "cuidaba". Miró hacia abajo, la altura de la torre seguía dándole vértigo, sintió un escalofrío y entró.

Desde que tenía memoria, ella había estado siempre encerrada en esa torre, sin otra compañía que la de sus pocos libros y la del dragón. No sabía quienes eran sus padres...ni siquiera sabía si estaban vivos. Pensaba que debían ser los reyes de algún lugar, ya que sólo las princesas vivían en torres eventualmente. De vez en cuando, en los últimos 3 años había visto caballeros merodeando por ahí, con las claras intenciones de salvarla para casarse con ella...pero ninguno había durado más de media hora afuera de las fauces del dragón.

Secretamente, Nicole se lo agradecía ya que ella no pensaba casarse. Sabía que para casarse había que amar... Pero ella no se sentía preparada. Cada vez que se interrogaba a sí misma, se ponía como excusa que aún era muy pequeña o que aún no había visto al caballero indicado.

Eso pensaba, hasta que llegó Tristán.

Tristán apareció un día martes. El cielo estaba abochornado y amenazaba con llover. A los ojos de Nicole, un gallardo caballero de brillante armadura, montado en un esbelto y dócil caballo,cabalgando en dirección de la torre, blandiendo su magnífica espada. A los ojos del dragón... Era apenas una pulga lo que se acercaba. Y lo que realmente era... Un joven de 16 años, bastante apuesto, pero con ropas andrajosas, que, al darse cuenta que había un dragón, fue a su encuentro silbando descaradamente.

La huídaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora