El chico de los hoyuelos

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Desde pequeño, Namjoon había logrado captar la atención de todos por su peculiar sonrisa acompañada de sus tiernos hoyuelos. Nadie se podía resistir a su etéreo rostro, su tes color canela y sus ojos color avellana le daban un aspecto de ser un Ángel por completo, ¿cómo es que existía tal bello ser en este mundo? Y es que mientras pasaban los años su belleza seguía siendo igual de deslumbrante, pero sus hoyuelos seguían siendo lo más característico de él.

Hace ya dos años ha entrado a la universidad, como siempre ha obtenido las mejores notas y tras suyo andan tanto chicas como chicos, sin embargo, él no quiere pasar a ser llamado el típico chico popular, no, no quiere nada de eso.

Solo anhela una amistad con alguien que de verdad lo quiera y éste ahí para él cuando más lo necesite, pero todas esas personas que se ponen a su lado solo se fijan en su físico y eso le molesta, odia sentirse presionado y acosado por los demás.

Hasta que un día vio a un chico bajo la copa de un árbol, las brisas movían sus cabellos y tenía sus ojos cerrados, Namjoon ignoraba rotundamente las voces al rededor mientras el tiempo a su lado se detenía, simplemente no podía dejar mirar al chico de tes pálida, le causaba una sensación de armonía.

En cuanto el contrario abrió sus ojos, su vista se fijó en el moreno, quien comenzaba a sentir un calor invadiendo su rostro, no sabía porqué, pero dio la vuelta entre toda la gente que lo rodeaba para ir a un pasillo.

Apoyo su espalda en la fría pared, sentía su corazón alterado, se preguntaba el porqué se sentía así.

Ya un poco más calmado, respiro profundo para salir del pasillo y poder ir a su primera clase. Al llegar fue directo a uno de los puestos del fondo, se sentó en el lado de la ventana dejando sus cosas en la otra silla.

Poco a poco el salón se iba llenando, no se sorprendió cuando una de las chicas le dejó un papel con su número escrito en la mesa donde se encontraba; sin embargo, él miraba fijamente por la ventana, se exaltó al ver al chico que antes estaba descansando cerca del árbol ahora mirándolo.

Le esbozó una leve sonrisa y siguió con su camino, el corazón de Namjoon nuevamente se había exaltado, sus pensamientos fueron despejados en cuanto el profesor entró al salón callando a todos. Y así comenzaba el primer día de su penúltimo año de la universidad. Todo había transcurrido de forma normal, hasta que había llegado la hora de almuerzo, sabía que en ese receso no podía comer en paz por lo que decidió comprarse algo en la cafetería y pasar aquel rato en las gradas. El campus se encontraba relativamente vacío, en cuanto llegó a las gradas se sentó en la mitad de éstas, dejando su mochila de lado y abriendo el envase de su almuerzo, tomó los palillos entre sus manos para comenzar a comer, ¿por qué no había pensando en aquella idea hace años? Sus ojos miraban indiscretamente a las personas que pasaban por la zona, algo distraído vio su botella caer, antes de poder recogerla una mano se extendía hacía él con el objeto en su mano, al alzar su rostro vio nuevamente al chico de tes pálida.

─Toma ─dejó la botella en la mano de Namjoon al ver que no reaccionaba.

─Gracias ─respondió de forma nerviosa, sonrió levemente para dejar su botella a su lado. Le dio una leve sonrisa al contrario.

─¿Estás bien? Tienes tus mejillas rojizas ─una de sus manos se posó en la frente del moreno.

─Sí, solo tengo un poco de calor ─respondió de forma rápida, estaba desesperado por saber qué le hacía reaccionar así ante el contrario.

─Soy Min Yoongi, sexto año de música, chico de los hoyuelos ─nuevamente el corazón de Namjoon se aceleró.

─Kim Namjoon, quinto año de música, un gusto ─respondió haciendo una leve reverencia.

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