Abrió la puerta de madera para dejarme pasar. Me paré a un lado del escritorio esperando a que él pase. No lo hizo. Con medio cuerpo afuera se dirigió a la otra mujer.
De cabello negro como la noche pero con varias mechas ya blancas, descoloridas. Pese al prolijo maquillaje que decoraba sus ojos, se notaban demasiado las ojeras — Seguro por haber pasado un gran tiempo sin dormir— Vestía un vestido negro. Algo elegante. Largo hasta los tobillos, con un escote que se cerraba un centímetro sobre el cuello con un camino de botones hacia el pecho. Sin duda los detalles con tela de encaje no faltaban.
Sus manos, con guantes y un rosario algo añejo, se movían temblorosas.— Ella en Kim Minji y es quién la ayudara con su problema. A-
—Mi hija no es un problema. — Declaró firme. Sin querer sonar agresiva y mucho menos grosera, pero seguro era un tema delicado donde, apostaría mi vida, su hija sí era el problema. Tan solo no lo podía asimilar.
—L-lo siento — se disculpo Félix con la mirada en el piso—. Yo mejor me voy. Comentele a la señorita Kim-
—Minji —Interrumpí llamando la atención de ambos y seguí hablando—. Y sí, yo me encargo. Usted vaya a dar la misa.
—Claro. Hasta luego.
Cerró la puerta y se fue.
Cuando escuché sus pasos lejos, caminando por el pasillo, volví a mirar a la señora. Ella se paró y me entendió la mano en forma de saludo, el cuál correspondí de inmediato.—Bae WooHee, muchas gracias por venir.— me dio un apretón y se soltó.
— No se preocupe, es mi trabajo después de todo. Y como dijo el hermano Félix, me llamo Kim Minji—me tomé un momento para sentarme en la silla del padre Lee -algo que siempre había querido hacer- y le pedí que tomara asiento con un gesto de mano. Al igual que él.—. Me gustaría saber qué le pasa a su hija.
—¿Cómo sabe que le pasa algo a ella?
— Intuición. Por favor, cuéntemelo.
—Claro... Realmente no es fácil para mi hablar sobre esto. Me da mucho miedo lo que pueda llegar a pasar. Tampoco quiero que me tome por loca o algo similar, señorita.
—Le aseguro que creeré hasta la última de sus palabras, pero necesito que me diga lo que pasa o no podré hacer nada.— Extendí mi mano hacia la suya, tomándola y dando un pequeño apretón. Esperaba que eso la tranquilizara.
— Hace... Hace ya tres años que ella... Falleció. Ahyoung era nuestra única hija, no sabe lo difícil que fue para mi esposo y para mi seguir adelante cuando el cáncer secó hasta su última gota de vida... Ella ya no estaba a nuestro lado...
Aún con la compañía de amigos y familiares las noches se volvían pesadas. El deseo de que ella estuviera con nosotros dolía tanto. Por que era un deseo imposible de realizar... Jin cada día estaba peor, ni siquiera salia de la habitación de Ahyoung. Se despertaba temprano, y se quedaba mirando su cama hasta el mediodía, cuando lo obligaba a comer. Pero luego volvía... No sabía cómo ayudarlo, ni siquiera quería hablar. No podía...
Ya habían pasado unos meses cuando la tortura empezó.
Jin había escuchado la voz de Ahyoung a sus espaldas, pero supuso que era producto de su cabeza... No había más opciones. Aún así esa voz era cada vez más constante. No había día en que no la escuchara. En que no se tapara los oídos. "Ahyoung... Por favor para." Yo no escuchaba nada de lo que supuestamente le decía y cometí el error de tratarlo de loco... Aún cuando me aseguraba por su vida que era real, y que ya no resistía estar en casa. Él se fue a vivir con uno de sus hermanos por su salud mental. Hasta pusimos la casa en venta, juntaríamos el dinero necesario para irnos lejos y nunca volver.
Nadie estaba interesado en nuestra casa, así que fueron meses largos. A día de hora seguimos sin poder venderla ¿pero quién compraría la casa de dos viejos locos? Una casa que supuestamente está embrujada... Los vecinos hicieron correr el rumor de que tenemos el fantasma de Ahyoung suelto y que es peligroso. Pero ella no lastimaría a nadie...—Sin embargo, no veo que usted sea la persona más feliz del mundo. Mucho menos su esposo... ¿Usted la escuchó alguna vez? ¿la vio? —su mandíbula tembló con la última pregunta, sus labios se presionaron entre sí y al mirarla a los ojos, estos estaban cristalinos. Llenos de lagrimas. — Si la vio ¿verdad? O no estaría acá—ella asintió. Limpió el borde de sus ojos con sus guantes, cuidando no correr la pintura, y volvió a mirarme—. ¿Les hizo algo?
— No... Pero tengo miedo... Tal vez no es ella.
— Necesito verla.
No era ni la mitad de grande lo que esperaba. Por lo general, muchos de estos casos se daban en familias adineradas que, por su soberbia, decidían retar a los demonios. Pero esta rota familia vivía en una casa de piso simple. Muy lúgubre por la escasa luz, con un comedor-cocina bastante solitario y un pasillo que llevaba a las habitaciones. Eso me explicó WooHee.
Di unas vueltas por la polvorienta residencia, encontrando más arañas y bichos que malas energías, o al menos alguna que no cuadrara.
— ¿Solo la vio en la puerta de su habitación?— dije adentrándome en dicho lugar. Una cama junto a la ventana, un ropero alto hasta el techo y una mesita de noche. Todo eso de madera desgastada. Las paredes eran de un tapizado rojo sucio mientras que carecía de sábanas o cortinas. Además no tenía fotos, cuadros o algo que indicara que una niña la habitó antes.
— Así es, señorita.
— ¿Cuándo fue la última vez?
— Anoche.
—¿A qué hora?
— No lo sé. Lo siento—estaba por alejarme cuando comencé a sentir como una energía se formaba detrás de mí. Era de esas que se sienten ligeras pero si te tomas un momento para ver más allá, tienen sutiles gotas de maldad.
Por seguridad hice como si nada.
— Es suficientemente para mí... Pero seguiré recorriendo la casa si no le molesta.
Una presión en mi pecho me detuvo antes de poner un pie fuera de la habitación. Ya estaba ahí.
Miré sobre mi hombro a la niña sentada en su cama.
Me veía sonriente, sin mostrar los dientes. Tes demasiado clara, lo que era lógico por que estaba muerta. Sus ojos eran marrones, con un pequeño destello de inocencia. Tenía el mismo cabello que su madre, negro como la noche. Tan solo que este estaba peinado con dos finas trenzas en la parte superior de su cabeza.
Terminé de voltearme, poniendo su misma sonrisa en mi rostro. Me acerqué hasta el borde de la cama. Allí me puse en cunclillas para sentirme más amigable. Solo era una niña después de todo.— Hola pequeña. ¿Eres Ahyoung?
— Sí.—contestó con un tono bajo, tal vez tímido.
— Me llamo Minji. ¿Sabes por qué estoy aquí?
— No.
— Parece que eres un poco traviesa y has estado asustando a tus padres ¿verdad?
— Sí pero no era mi intención. ¿Me tengo que disculpar?
— Sería lo más correcto... Además tienes que ir a otro lugar ¿no crees?
— Lo sé pero no me gusta ahí. Quiero volver con mamá y papá.
— ¿Por qué no te gusta ese lugar? Debería ser lindo.
— No me gusta... Estoy encerrada en una jaula, está oscuro. Además hace frío y muchos monstruos me asustan.
— Entiendo. Y si yo te digo que te puedo llevar a un lugar hermoso ¿dirías que sí?
— Tengo que preguntarle a mamá.
— Bien. Yo la llamo y le preguntas ¿De acuerdo? Solo espérame un momento.
— De acuerdo.
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El demonio del espejo
FanfictionKim Minji es una joven que acompaña a su mentor, Jo Donghyuk, quien lleva a cabo una investigación sobre una criatura que lo atormenta. Al menos es así hasta que llega el momento para que Minji siga sola. ¿Y eso por qué?