Amigos

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—¿¡Me explicarías que fue eso!? —exigió Omar

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—¿¡Me explicarías que fue eso!? —exigió Omar.

—¿Qué cosa? —pregunté desentendido.

Ambos íbamos caminando por la acera, directo hacia el bar.

—¿Por qué nunca me dijiste que conocías al alcalde?

Me quedé callado unos segundos, pensando que responder.

—Es complicado —dije.

—Contigo siempre todo es complicado, Mark.

Me quedé en silencio por varios segundos analizando si contarle o no a mi amigo; al final, cedí.

—Lo conocí cuando tenía once años, simpatizamos bastante al principio, sobre todo porque teníamos una cosa en común. Ambos éramos alterados.

—Espera, Alexander Myers también es un alterado —Omar estaba confundido, no se esperaba eso en absoluto—. ¿Cuáles son sus poderes?

—Es un telequinético.

Omar quedo boquiabierto ante la revelación.

—Como sea, después de ser amigos por unos dos años, empezamos a tener una pequeña rivalidad, la cual terminó en una pelea, pelea la cual nos distanció por el resto de la vida.

—¿Qué pasó con exactitud? —insistió en saber Omar.

—Una pelea de niños, lo típico.

Omar notó que yo, por alguna razón no quería contar que había pasado con detalle, por lo que el resto de la conversación solo me vio algo molesto.

—Luego de eso, sus papás decidieron cambiarlo de escuela; no querían que estuviera cerca mío nunca más.

Los dos nos quedamos en silencio un instante, y Omar retomó diciendo:

—Ahora entiendo porque te ponías incomodo o molesto cada que veías algo sobre el alcalde.

—«Ja, créeme, no lo entiendes para nada» —pensé mientras entrabamos al bar.

Al entrar y tomar asiento en la barra con mi amigo, terminé el tema antes de que me siguiera haciendo preguntas.

—Lo último que te diré es que no confió nada en que él se vuelva el presidente. Logró convencer a toda la ciudad con que es bueno, y que tiene buenas intenciones, pero estoy seguro que oculta algo.

Año 1998

Durante gran parte de mi niñez tuve la suerte de que todos y cada uno de mis compañeros de clase, a pesar de mis «habilidades», me aceptaran tal y como era. De hecho, por bastante tiempo pude ser considerado como el «popular» de la clase.

—Por favor, Mark, una vez más —me insistió uno de los niños que estaba enfrente mío—, solo una.

Eran unos cuatro o cinco infantes, de quizá unos seis años cada uno. Se emocionaban mucho cuando usaba mis poderes frente a ellos.

ᴅɪᴀᴍᴏɴᴅ ᴘᴇᴀᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora