4.- El Topo.

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Cierro mi diario y lo oculto tal como mis padres me ocultan la información.

Tras aquel día Agus se lo comentó a Gustavo y nos reiniciamos con lo que sabía. Gustavo volvió a interesarse en mí aunque en los temas a evitar me responde con un: Pronto. A pesar de ello supe que los presenté por medio de una llamada telefónica y dirigimos una presentación de los entrenados que ese día marchaban, además de que, parece que a los que considero mis mejores amigos fueron ellos dos y Heren.

De él los tres evitamos hablar.

Le mandé un mensaje repetido a mis padres preguntando si alguna vez conocí a alguien llamado Agus o Gustavo cuando Gustavo mismo me prohibió decirles sobre ellos. Me aseguró que no me responderían y en persona buscarían saber lo que sé, que entonces les debía mentir, decirles que escuché esos nombres por la calle o escuela pero sentía que a alguien conocía que se llamara como ellos porque de lo contrario mis padres los alejarían de mí. No quiso decirme más, por más que le insistí.

Ahora le creo.

Cuando comenzaron las vacaciones ambos padres vinieron por mí. Primero mi padre me esperó en el aeropuerto y al abordar mi madre subió como pasajera. Las casi tres semanas que la pasamos juntos en Querétaro me interrogaron de todo; fue ayer, en el último día juntos, cuando sentados a la mesa me preguntaron sobre el mensaje que les envié y mis recuerdos a detalle.

Ahora me creían que eran recuerdos. Ahora que les aseguraba eran simples sueños o algo que por la calle escuché.

Volví el sábado, primero de enero, en un viaje con mi padre donde me comentaba sobre el lugar de entrenamiento llamado: El Topo, a donde entraré posiblemente este año cuando lo crea conveniente; y mientras yo abordaba el Honda Civic negro, el tomó un nuevo vuelo con destino a Chile.

Deseo ver a Gustavo pronto. Pero también quiero hacer algo más.



Al llegar y que Enrique me deje en la puerta dieciocho a él me giro.

— Tú, ¿conoces El Topo?

— Es aquí.

Primer viernes de Enero. Mi drama duró seis días para que aceptara traerme.

Quique azota la puerta del auto al bajar y comienza a caminar. Pasa por una abertura de la reja que rodea un lote baldío que tiene un montón de hierba y paja al fondo formando una montaña de aproximadamente tres metros.

Observo el candado de la puerta antes de pasarme por la malla abierta como Quique pero con ayuda de Agus quien respira resignado. Le adoro que sepa sobre mis pensamientos impulsivos, mismos que dichos en voz alta, convencieron a Quique de traernos antes de que viniera sola. Ya estaba empezando a investigar cómo llegar.

Agus parece que hace mucho conmigo y mis impulsos se resignó. Alcanzo a Enrique.

— ¿Estás seguro que es aquí? ¿Cuánto tiempo llevas viviendo...?

— Lo suficiente para saber que soy yo el que te cuida y hoy posiblemente pierda mi trabajo soñado.

Entra por el lateral del manojo de hierba. Al no verlo salir, miro a Agus.

— Temo por el auto, también por mi vida, las casas no se ven habitadas pero hay que intentar.

Mi hombro apenas roza un poco más arriba de su codo. Se encoje de hombros.

— Si alguien nos descubre sería una lástima.

Sonríe. Tomo su mano, no quiero hacerlo sola. La luz del sol se corta al entrar. Me pregunto si habrá escaleras, telarañas o alguna clase de animal que se arrastre antes de chocar contra una puerta que a mi contacto se abre.

LPQSB 1- Recorriendo Caminos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora