Capítulo 35

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Hablar con mis padres me afectó más de lo que imaginé, no visualizo el dolor que deber estar sintiendo, pero creo que la llamada era necesaria, al menos saben que estoy viva. Tampoco sé la versión que Paula y Marcos le dieron a mis padres sobre Ryan, pero algo me dice que también mintieron, conociéndolos casi estoy segura. Tener a Ryan ahí en ese instante me dio fuerzas y si no nos hubiesen interrumpido ahí me iba en lágrimas e iba a sonar menos convincente.

La casa está repleta de personas que a penas conozco y que no conozco, Álvaro está cerca de la cocina hablando con unos tipos y me hace seña para que vaya hasta donde está, observo la escena, ¿me va a presentar?

-Perros ella es Lauren, y llegó con Rayito. -ellos me miran divertidos como si fuese mercancía muy cara.

-¿En serio? -me mira de pies a cabeza -Ryan pudo conseguirse algo bueno, Hannah ya está un poco...gastada- hace un quejido -mujeres... -el comentario de este idiota me indigna, ok no tanto por Hannah sino por cómo me está viendo y ¿Cómo se atreve a hablar así de una chica? ¿está generalizando? -Pero veo que está como nueva. -acerca su mano queriendo tocar mi hombro, pero le doy un manotazo y hecho para atrás.

Lo miro como si literalmente fuese una escoria vomitando, Álvaro levanta su brazo posándolo en mis hombros y lo deja allí.

-Relájate, Lauren. ¿No quieres probar carne nueva?

-No.

-Te lo pierdes, que ridícula. -el tipo nos da la espalda y se marcha.

-Heriste su masculinidad, deberías disculparte.

-Sí eso haré -digo haciendo sobresaltar mi sarcasmo el cual capta inmediatamente.

Después de varias horas ya es de noche y aún están todos aquí, están haciendo parrillada en el patio, pero yo estoy encerrada en mi cuarto viendo en el hoyo que estoy metida, no dejo de pensar en la voz de mi madre dolida y mi padre lloroso y preocupado, siento dolor en mi corazón y las lágrimas no se quedan atrás, lloro en silencio sentada en la cama.

-Quiero salir de este maldito lugar -susurro adolorida.

Un rato más tarde me despierto, me quedé dormida, me levanto de la cama y según un feo reloj que está colgado en la pared son las 9:43 p.m., miro por la ventana y no están, alguien entra a mi cuarto y me pega un susto de muerte. Es Ryan sosteniendo una soda y unas papas fritas gigantes. Cierra la puerta detrás de él con seguro, y me sonríe su linda sonrisa me contagia así que también lo hago.

-¿Qué haces aquí? -me recordó todos esos momentos que me llevó en desayuno a la cama.

-Debes estar hambrienta. -se sienta a mi lado entregándome lo que trae.

-No tengo mucho apetito -las ganas de llorar me regresan. Cambio el tema -¿Dónde están los demás?

-Fueron a un bar cercano, pero es de un amigo de la casa así que por eso fueron. -explica -Estamos solos, están todos medios borrachos seguro creen que me fui con ellos.

-¿Y tu madre?

-¿Reyna? Salió esta mañana y no ha regresado, pero es así, no le agradan los otros chicos así que los días de fiesta se larga quien sabe adónde.

-Ya. Gracias por traerme esto. -comienzo a comer, aunque no tenga hambre y se torna un poco incómodo.

-Oye...el día que dije que no eras fuerte que no eras útil y todo eso, sabes que no es cierto ¿no?, solo lo dije para que te dejaran en paz y creo que solo empeoré las cosas. Sé que eres valiente, tenaz, inteligente y muy, muy capaz. -se reconforta algo dentro de mi

INTRUSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora