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❝ Ayer... Las palabras no fueron suficientes, aunque seamos muy distintos, no te detengas, hay más que quiero entender...  ❞

Annie, despertaba con el sol en su ventana, había acomodado ahí su cama, para sentir el calor del amanecer por las mañanas. Sentía que su padre la acompañaba, sentía un calor regocijante para su tan frío cuerpo, para sus pesadillas, para su miedo...  

  Se levantó con sus cabellos despeinados, esparcidos por su rostro, por lo que fue por un cepillo y los peino, hasta quedar lacios; frente al espejo se percató de su media sonrisa. Hoy saldría con Armin, y la idea le hacía palpitar el corazón tan deprisa. Se llevó ambas manos al pecho, recordado los labios rosas de Armin, contra los suyos, pensando aún en la vergüenza de mirarle, y otra idea se quedó en sus pensamientos: «Armin, ¿habrá besado a alguien antes?» pensó mientras se acariciaba ahora sus propios labios.

 Se llevó ambas manos al pecho, recordado los labios rosas de Armin, contra los suyos, pensando aún en la vergüenza de mirarle, y otra idea se quedó en sus pensamientos: «Armin, ¿habrá besado a alguien antes?» pensó mientras se acariciaba ahora su...

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Armin, esperaba a Annie, en la parada Penny Lane, mientras reflexionaba en como comportarse con ella, ya que sus impulsos salían sin control, cuando la veía tan cercas. Y justamente, ella se aproximaba, la miro de lejos, tenía una sudadera blanca, y nos jeans azules, con el cabello sujetado de una liga, y para él era la más hermosa frente a sus ojos; aunque no fuese lo usual de la época. 

     —Annie, —dijo nervioso Armin—te ves hermosa. 

  Annie, apenas había llegado al punto de encuentro, y ya sentía la sangre hervir en su rostro.  

     —Tú igual...—Susurro con una voz muy apenas escuchable. 

  Como unos niños sonrojados, tomaron el autobús para ir a la peluquería de la calle Sina, cercas de la capital de Dauper. Sentados juntos, tenían la vista en diferentes direcciones, y Annie, seguía pensando en los labios de Armin, si alguna vez había besado antes, o si era la primera. Mientras tanto, Armin, se sentía incompetente, al no poder siquiera tomarle la mano sin sudar, o sentir pánico. 

    —A-Aquí venía con mi amigo Marco—dijo de la nada, mirando un pequeño local abandonado —, en el Instituto, para ver a los músicos de Rock e imitarlos. 

  Annie, miro por la ventana aquel lugar. Y sus ojos sin querer miraron el rostro de Armin, quien igual la veía, y ambos al ver sus ojos azules cielo, y los otros azules como el mar, se separaron nuevamente, para recuperar el aire. 

  «¡Deja de actuar como idiota!», se dijo a sí mismo Armin, «No debo de temer, es Armin», pensó Annie. 

    —Cuando tenía dieciséis años, —trago saliva para tratar de sostener su tono de voz—iba con mi hermano Reiner, al salón de Jazzy Rock, en Strawberry fields, ahí de alguna manera olvidaba el temor que se apoderaba de mí, y solamente escuchaba el jazz, como: Billie Holiday, Dean Martin, Louis Armstrong, Louis Prima, Annette Hanshaw, Ella Fitzgerald, Doris Day...—Se rio al recordar a sus músicos favoritos.—Las parejas que iban, a bailar al compás de la música, ha veces rápidas, otras veces lento; yo los miraba desde mi asiento, deseando en lo más profundo de mi corazón, encontrar alguien para rodearlo con mis brazos en su cuello, y recargar mi cabeza en su pecho, para escuchar latir su corazón, y sentirme protegida.—Armin la miraba detenidamente. —Pero, guardé esa idea, la abandoné, nadie me haría sentir así, y no puedo depender de ese sueño, ¿entiendes Armin?—Lo miro con cierta tristeza evidente. 

Él soñador y la chica de la mirada vacía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora