La Dama De Rojo

• 9 || Algo cae ||

¡Advertencia! Este capítulo tiene escenas de violencia y/o sexo. Te recomiendo irte con cuidado si no te gustan estás escenas, pero para tu mente sana, hice una escena más violenta que la otra. Sin embargo, te recomiendo leer las dos para tener contexto. Sin más que decir, te dejo con mi bebito Luka (7w7).

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Luka estaba inquieto. Examinaba su alrededor y su memoria tratando de encontrar explicación a su comportamiento. No había hablado desde que llegó y tenía unas grandes ojeras que parecían enfermizas.

Su amigo tenía el cabello rubio desordenado como para formar un nido de pájaros. Sus párpados estaban caídos y su mirada tenía una preocupación y amargura colosal. Y lo peor de todo, el signo más preocupante de alarma; no había pedido café.

¿Qué era tan malo para que Adrien no pidiera café a penas llegar? No podía si quiera imaginarlo.

Además, no era de ese día en particular. El día anterior, después de ir por un café por fuera para su descanso, había llegado a las oficinas con una cara frustrada y triste. Y con un six-pack de cervezas en la mano.

Pero ese día, aquella preocupación, inquietud o lo que fuese estaba incrementada por mil. Y no le gustaba en absoluto.

Miró a Kagami, tenía una cara de preocupación al igual que la suya y le dedicó una mirada de "¿Que hacemos? Estoy incómoda". Lo mejor era que Adrien estaba absordo en sus pensamientos, demasiado para darse cuenta de las caras de sus amigos.

Ese era el día. Había querido que desapareciera con brandy, pero al final siempre salía el sol. Al final siempre tenía dos opciones: o matarse  ahogado en alcohol, en alguna especie de coma etílico, o podía afrontar la verdad, que posteriormente desembocaría en la primera opción.

Había dormido a penas dos horas. Si acaso tenía la energía para levantarse de la cama e ir al trabajo. Al final, no tenía nada que hacer. Todo lo que quedaba por seguir eran las cámaras de seguridad de Luka, pero de cualquier forma ya no tenía fe en eso, ni siquiera tenía fe en si mismo.

Había un periódico en la mesa, dónde figuraba una foto de él junto con la dama de rojo, con el fondo de la agencia de seguridad que habían visitado. Ahora todos podrían confirmar los rumores de que había una segunda amenaza en París.

¿Pero era él una amenaza? ¿Era la dama de rojo una amenaza?

Por ahora Adrien mandaría todo al carajo. Esperaría con impaciencia hasta la noche para saber lo que le tendría mal por el resto del día. Después vería que haría.

La cuestión era que Luka y Kagami no podían estar más incómodos y preocupados. Sabían que Adrien podría tener bajones de energía, pero eso era muy poco frecuente. Rezaban porque se le pasara pronto, porque no soportaban hablar con un cuerpo vacío.

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Adrien Agreste

Estaba en mi oficina. No había conversado en absoluto, porque estoy seguro que las respuestas: sí, no, ¿Ah?, ok y está bien no eran consideradas en conjunto un intento de conversación.

Miraba al techo desde aproximadamente treinta minutos, sintiendo mi dolor de cabeza, sintiendo el dolor.

Tal vez así se sentirá cuando me cuenten, cuando vea lo que va a destruirme.

Luka había entrado dos veces en mi oficina, tal vez para asegurarse de que no estuviera con la boca abierta cubierta de sangre y con un tiro en la cabeza. Aunque no era una mala idea para quitarme el dolor que estaba sintiendo en ese punto en específico.