Oyó el pitido proveniente de su broche y corrió más y más rápido. Tenía a Marinette entre sus brazos aturdida pero debían desplazarse rápido si no querían que todo saliera mal. Tenían la ventaja de ir por las catacumbas pero no sabía hasta que punto eso podía funcionarle.—¡Fu, ¿Por dónde?!—exclamó agitada y con el corazón a mil por hora. Marinette le ayudaba un poco para ir más rápido pero igual tenía que tirar de ella.
—Solo gira a la derecha y sigue recto, le pediré que las ayude, si puede—le anunció el anciano y Chloé dió gracias al cielo por salir de esa situación.
—Las cámaras... Pueden saber que estamos aquí—advirtió tarde la azabache pero la rubia la chitó.
—Tu no te preocupes por eso, Fu es nuestro guía y ya tiene todo solucionado—comentó la de traje de abeja y dobló a la derecha hasta llegar a un agujero que daba a las cloacas. Estaban lo suficientemente lejos todo—Dile que nos deje pasar.
Estaba muy cansada y respiraba ahogadamente. No estaba acostumbrada a usar ese poder y tampoco a sacarle el máximo provecho. Miró a Marinette de refilón y pudo detallar en que estaba más delgada. El cabello azabache estaba sucio, enmarañado y sin brillo, su cara estaba dañada en sudor.
Después de esperar un minuto o dos con impaciencia un remolino empezó a abrirse frente a ellas y pronto tomó un tamaño adecuado para que pasaran. Se sintió un poco perdida pero empezaba a aceptar aquellos sucesos surrealistas. Tomó aire, agarró a Marinette y cruzó con ella aquel portal.
—♥—
Adrien Agreste
Me mantuve firme en todo momento e hice acoplo de todas mis fuerzas, me necesitaban más que nunca y no podía fallarles. Por mi portal cruzaron una chica que acababa de conocer cómo Chloé Bourgeois y Marinette, la de traje amarillo sosteniendo a mi bichito pero se le veían las mejillas demasiado rojas.
Le ayudé sosteniendo a la azabache contra mí y la rubia se desplomó en suelo para tomar aire. Un pitido fuerte sonó y el traje desapareció ante nuestros ojos. Tomaba bocanadas de aire y el señor Fu le pasó rápidamente una taza de té, la chica lo bebió sin rechistar para después hacer una mueca de desagrado.
Te entiendo.
Me destransformé para recuperar energía porque todavía no estaba recuperado del todo. Tomé a Marinette entre mis brazos, sintiéndome mucho más tranquilo ahora que la tenía cerca.
—¿Como te sientes?—le preguntó el señor Fu arrodillado frente a ella.
—Como si un Mamut hubiera pasado por encima—refutó cansada y solo pudo levantarse para tomar asiento en el sofá. Sus ojos se dirigieron a Marinette—¿Como está?
—Aturdida—la alejé un momento de mí para revisarla y ella me sonrió. Sus brazos delgados me rodearon y apoyé mi barbilla en su cabeza, acariciando su cabello—Señor Fu, creo que debe descansar.
—Lo mismo opino, Adrien—el viejo se levantó y fue a la cocina a preparar más té—El zumbido de la abeja es poderoso y si Chloé lo usó estando nerviosa o temerosa me imagino que lo fue todavía más.
La mencionada dió una sonrisa de culpabilidad cansina y volvió a cerrar los ojos para descansar. Me acerqué a ella y me senté dejando a Marinette entre ambos. La azabache levantó la cabeza y tenía unas lágrimas esparcidas por su rostro.
—Gracias por sacarme de ahí, Chloé—se acercó a la rubia y la abrazó. Bourgeois al sentir su tacto le devolvió el gesto con fuerza.
—No fue nada—le respondió al separarse y rió un poco—Tu me entiendes.
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La Dama De Rojo
FanficSi hay algo que Adrien conoce es el dolor. Lo había experimentado de la manera más cruel y de una forma tan sorpresiva, que no pudo soportar el golpe. Ahora, casi un año después, quiere atrapar a la asesina que le arrebató una parte de si mismo. Ell...