Capítulo 5: Revelación

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La furia recorrió cada centímetro del cuerpo de Jiang Cheng, incapaz de poder relajarse. Luego de la noticia de que el Patriarca Yiling hizo su aparición en la finca Mo, el sentimiento de sorpresa fue disipado con la ira.

Luego estuvo el encuentro agridulce con Lan Xichen, que tuvo el descaro de confesar que Lan Wangji no estaba muerto como todo el mundo pensó, sin entender sus razones y esa gran mentira disfrazada.

Las quejas de Jin Ling ayudaron a que saliera de sus propios pensamientos. Caminaba sin rumbo por los alrededores de la montaña Dafan, solo pensando en alejarse, sujetando una de las muñecas de cada uno de sus dos sobrinos. No se dio cuenta que ese agarre aumento su presión, llegando a provocar dolor en ambos niños.

Él único que se quejó de ese dolor era Jin Ling, quién aún no lograba deshacerse del hechizo silenciador puesto por Lan Xichen. El niño intentó abrir los labios sin tener ningún resultado y sus quejas siendo más que ruidos ahogados.

En cambio Jiang Sizhui, mantuvo sus labios quietos, sin ninguna queja por el dolor de su muñeca. Su mirada tenía su total atención en el suelo. Jiang Cheng pudo darse cuenta de la tristeza reflejada en esos orbes grisáceos.

Jiang Cheng detuvo su camino y con ello el de sus sobrinos quienes le estaban siguiendo los pasos (obligados). La muñeca de ambos soltó y los observó, tratando de relajar su mirada y no mostrar el enojo que sentía en ese momento.

Al menos por esos niños, necesitaba estar tranquilo.

—Jin Ling si sigues intentado hablar, vas a lastimarte la garganta o los labios.

Jin Ling obedeció esas ordenes y dejo de luchar, no sin antes expresar su disgusto en su rostro fruncido.

—Tienes tiempo para reflexionar en lo que hiciste mal, solo así se deshará el hechizo silenciador. —Siguió hablando, manteniendo un tono calmado.

Sin embargo Jiang Sizhui permaneció con la mirada baja y ese semblante triste, ni siquiera movió los labios para intentar hablar. En momentos como ese era cuando Jiang Cheng no sabía cómo actuar o decir, sobre todo en un niño como Jiang Sizhui.

Observó a Jin Ling, que al menos ahora dejó de luchar contra el hechizo y parecía más tranquilo

—Jin Ling, ¿por qué sigues ahí de pie? ¿esperas que la presa venga a estrellarse contra tu espada? Si no logras capturar algo presentable esta noche, no te molestes en volver.

Esas palabras fueron suficiente para lograr una mirada triste combinado con un toque de enfado en el joven de la secta Jin. También fue lo necesario para que Jin Ling entendiera que debía irse del lugar. 

Una vez que la figura de un molesto Jin Ling despareció entre los arboles. Jiang Cheng y Jiang Sizhui quedaron solos.

Quizá fue muy duro con sus palabras ante Jin Ling. Siempre era muy estricto con los dos, parte de su personalidad fuerte. Sin embargo, hubo algo en Jiang Sizhui que le impidió ser del todo severo con él.

No podía ser cruel con ese niño lleno de pureza e inocencia. Con esa pequeña sonrisa que mantuvo la mayoría de veces en sus labios, esa felicidad que le recordaba a... Wei WuXian.

No podía ser duro con Sizhui, no cuando Wei Wuxian no lo hubiera hecho.

Wei Wuxian amaba a su hijo. Al hijo que no pudo ver crecer, no pudo darle afecto, enseñarle cosas, al hijo que ni siquiera pudo despedir antes de irse.

Jiang Sizhui o mejor llamado Wei Yuan creció sin padres, sin Wei Wuxian.

Al verlo así con la mirada baja y el semblante triste, no pudo evitar sentir una pequeña punzada en su pecho. Era tan parecido a la persona que una vez llamó su hermano, incluso estando entristecido. La felicidad que los caracterizaba a ambos siendo opacada por la tristeza.

Lo hice por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora