#6

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Kun miró a Ten. Estaba precupado, el omega no hacia más que ignorarle desde hacía días... ¿Ignorar? No, era más que eso, parecía que simplemente no existía para Ten.

Kun se tomó el tiempo para hacer memoria y revisar todas sus acciones previas, pero aún así no encontraba nada que hiciera que su compañero le aplicara la ley de hielo. Incluso la noche en que Sooman anunciara la conformación de SuperM, Ten se había acurrucado a su lado, como de costumbre, y les había llevado un buen rato separlo del beta para que todos pudieran dormir cómodos.

A decir verdad, Kun le notó raro desde semanas antes, como si estuviera guardando un secreto, pero prefirió esperar a que él se abriera al grupo.

Suspiró. Se sentía cansado. El clima en departamento no era el mejor. Ten y Lucas debían terminar de organizar sus maletas, en menos de una semana viajarían para grabar el MV.

Ten no dejaba de mirarle, aún cuando se encontraba del otro lado de sala, en el sillón individual, lejos de Kun. Sus ojos eran serios y fríos, hacían que el estómago de Kun se sintiera pesado y su boca se llenara de sabor a perdida.

Lucas salió con los menores y Sicheng a comprar la cena. Kun les había pedido un momento para hablar con Ten, pero el omega seguía con su actitud distante. Sus dientes se notaban apretados y cuando le habló, por primera vez en varios días, fue lo suficientemente brusco como para que Kun se preguntara si no estaba perdiendo el tiempo.

—¿Qué quieres?

Kun bajó la mirada a sus piernas. Ten solía llamarle cariño, gatito o Garfield, pero en ese momento nisiquiera le llamaba.

—Necesitábamos hablar, Ten ¿que hice mal?— confrontó bajito.

Kun tenía en su cabeza entablar una charla larga y sostenida, pero se sentía incómodo y creía que comenzaría a llorar en cualquier momento. Apretó sus labios y jugó con sus dedos. Pensó en todas las historias de amor sobre felinos que contaban los cuentos, nunca acaban bien. Los felinos no formaban manadas, los felinos eran libres. Tan libres que no merecían nada más que su libertad y eran despojados de todo, incluso del amor.

—¿Realmente nos quieres?

Posiblemente de todas las respuestas que podía recibir, Kun nunca pensó en esa pregunta. Frunció el ceño, sus ojos ardían y sentía un gran nudo en su garganta.

—¿A qué viene esto?—cuestionó— ¿Acaso hice algo que te hiciera dudar de mis sentimientos?

—Ese es problema, no es lo que hiciste, sino lo que no— la voz de Ten se escuchaba estresada, traicionada—. Sooman anunció que Lucas y yo tenemos que separnos de ustedes y ¿tú que haces? Nada absolutamente nada. Aceptaste de manera pasiva sus órdenes ¿Acaso pensante en lo que nosotros sentiriamos?

Kun se quedó en silencio.

—¿Sabes que hizo manada principal? Se opusieron hasta el último momento, amezaron con que renunciarian si mantenían a Mark y Taeyong lejos de ellos por más de tres meses ¿tan difícil hubiera sido que hicieras lo mismo por nosotros? Nos llevaran lejos, no podremos vernos... apenas nos conocemos y quieren separarnos.

Kun escuchó sus palabras, en silencio, con mesura. Se sentía triste y confundido, como si todos los caminos que habría podido tomar estuvieran mal.

—Esa fue la manera que encontré de demostrarles cuanto los amamos— respondió sin levantar la voz, sin atreverse a mirarlo— ¿Que si pude oponerme? Claro pude, pero dime ¿acaso me perdonarías por cortarte las alas? SuperM es una pequeña muestra de lo mucho que pueden hacer. Siempre estaré allí, incluso cuando creas que no. Los amo, Tennie—le miró a los ojos, incluso sintiéndolos pesados, cargados de lágrimas— pero no quiero enjaularlos. No quiero que me odien por ser egoísta.
»No somos una simple manada. Nos une lo humano, aún cuando nuestro instinto nos invita a buscar otras personas, siempre volvemos al mismo lugar. Quizás nunca tendremos un hogar tan noble como las manadas...—su voz se volvió dudosa y se quebró. Sonrió, mientras sentía como las lágrimas caían por su rostro— pero quizás eso implique que nuestro hogar será el lugar donde nuestros corazones latan a la par, abajo del mismo cielo, aún cuando la distancia nos aparte.

Ten se acercó a él y secó las lagrimas que caían por las mejillas del beta. Lo abrazó en silencio, dejando que  Kun se aferrara a su pecho.

—Tengo miedo, Tennie, pero si hay algo que supera mi miedo es mi deseo de verte tan brillante como eres. Los extrañaré, aún cuando mi posición como líder me obligue permanecer fuerte por los cachorros.

Guardaron silencio. Reconociendo sus aromas en paz. Kun se sentía a salvo, tanto como solo podía hacerlo en brazos de sus compañeros. Ser un gato doméstico le hacía dócil, pero le daba miedo acostumbrarse a todo aquello. Algún día se separarían, estaba casi seguro de aquello. Posiblemente Ten y Winwin se volverían bailarines profesionales, Lucas se dedicaría al modelaje, los más pequeños podrían inclinarse por las ciencias exactas, aunque estaba seguro que Hendery sería actor, y él... él viviría en paz, con todos esos recuerdos que aprovechaba a construir. Todo desaparecería, algún dia, la fiebre del c-pop, la fama, los fans, el amor, pero los recuerdos quedarían solo para él.

—Soy un idiota, te amo, gatito— susurró Ten— y te extrañaré demasiado.

—Aquí los esperaremos. No seremos una manada, pero nuestro vínculo es tan fuerte como una— respondió con los ojos cerrados, escuchando el suave latido de su corazón.

Algún día todo terminaría, sí, pero Kun rogaba al cielo que ese día tardara en llegar.

Soft kittyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora