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Kun probó la sopa, le faltaba sal, pero decidió que así estaba bien. Llenó tres tazones grandes hasta el borde con la sopa y los colocó en una mesita portátil. Se dirigió a la habitación de los menores y empujó un poco la puerta para poder pasar.

Sus pequeños bribones estaban recostados todos juntos, envueltos en mantas. Sicheng y él habían unido las dos camas principales para que pudieran estar cómodos. Dejó la mesita en el piso y se acercó a Dejun.

—Cariño— llamó— les he traído sopa, Winwinnie fue a comprar algo de medicina.

Dejun asintió, con sus ojos aún cerrados y se sentó, comenzando a golpear el trasero de YangYang. Kun dio la vuelta, con cuidado de no chocar la mesita, y acarició el rostro de Hendery, era el único que aún tenía fiebre, pero su cuerpo ya no estaba tan caliente. Hendery abrió sus ojos lentamente y le sonrió con pereza. Kun pellizcó su nariz.

—Siéntate, he traido la cena— su voz estaba cargada de ternura, su corazón se sentía tibio cada vez que cuidaba de manera tan íntima a sus compañeros.

Hendery se estiró en su lugar, golpeando sin querer la cara de YangYang. El menor de todos sentó entre quejas, su cabeza dolía un poco y aún tenía sueño, pero no podía negar que su estómago hacía ruidos desde que sintió el aroma a la comida de Kun.

Una vez que todos se acomodaron, apoyando sus espaldas en las almohadas, Kun procedió a repartir los tazones, dejando la mesita en el regazo de YangYang, en el medio de los tres. Kun sintió su pecho hincharse de orgullo al escucharlos suspirar mientras tomaban la sopa de a pequeños sorbos. Desde el día anterior que no podían comer nada, Kun había probado casi todo: puré, caldo de pollo, pollo hervido, verduras. Todo teminaba en el mismo lugar: como vómito en el retrete. Finalmente llamó a su mamá y ella le confió una vieja receta de la familia. Era simple y deliciosa, una sopa de verduras suave, de color claro, lo suficientemente delicada como para confundir al estómago y parecer agua.

Los menores terminaron de comer y esperaron unos minutos, Kun juntó los tazones y los dejó a un lado. Las náuseas nunca llegaron y los menores agradecieron poder dormir con algo en el estómago. Kun los mantuvo despierto un rato más, hasta que SiCheng volvió con una bolsita repleta de cosas de farmacia. Entre todas las cosas, Kun observó unas pastillas para los calores, se sentió un poco torpe por no pensar en aquella.

—También traje un poco de paracetamol, ibuprofeno y jarabe para las náuseas, el farmacéutico me dijo que esperemos unos días y que, si no pasa, llamemos a un doctor— agregó al notar que Kun no dejaba de observar aquella caja en particular.

—Muchas gracias, Winwinnie. Quedó sopa en la olla, puedes agregarle algo más para que tenga sabor.

SiCheng le agradeció y fue a la cocina para volver con una botella de agua fresca y un vaso de vidrio. Kun ayudó a que sus niños volvieran a sentarse y luego repartió sus medicinas, SiCheng sirvió el agua.

—Winwin-ge, Kun-ge ¿pueden recostarse con nosotros hasta que volvamos a dormir?— pidió Dejun, con sus ojos algo hinchados.

Kun y SiCheng se miraron por unos segundos, ambos estaban esperando la llamada de los miembros restantes, pero, a decir verdad, ambos ya se habían retrasado un par de horas y era probable que no nos llamaran hasta el día el siguiente. SiCheng asintió con una pequeña sonrisa y se recostó de costado en uno de los bordes de la cama, siendo abrazado por Dejun de manera inmediata. Kun hizo lo mismo, pasando su brazo por encima de la cadera de Hendery, quien estaba acurrucado sobre YangYang. SiCheng miró a Kun, por encima del cabello Dejun, y entrelazaron sus dedos sobre el estómago del miembro más joven del grupo.

Así Kun tachó un día más en su calendario, esperando a que Ten y Lucas volvieran a casa.

Soft kittyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora