O2

194 16 0
                                    


tsukishima estaba sobre la rama de un árbol, la luna le bañaba con su luz y podía observar el resto del bosque desde allí.su cabello rubio se mecía con el viento y era curioso de ver junto a su blanquecina piel de muñeco; se veía cuál ángel y eso que era un demonio.

en realidad resplandecía aún más que la luna y esta debía estar envidiándole en silencio, pues aún siendo ella quien parece iluminarle, el rubio le ganaba en belleza y obviamente sería capaz de llamar la atención de muchos más de lo que haría esta.pero tenían algo en común: su soledad.

él le preguntaba a esta si ella también sentía algo llamado "soledad", pues no sabía lo que era pero un humano le había dicho a su acompañante que los demonios eran seres horribles, por esos la soledad los carcomía lentamente y solo sabían matar.esas fueron las últimas palabras de aquel chico que inconscientemente dejó a kei muy confundido.

—¿las estrellas son tus compañeras?—susurró estirando su mano como si fuese a poder alcanzarla.

si la luna tuviese vida posiblemente habría mirado a kei con ojos cargados de compasión, dejando de lado todo el mal que hizo.pero esta no tenía vida y eso era algo que kei envidiaba, pues deseaba desaparecer y descansar pero algo se lo impedía, a lo mejor era la sensación de que algún día todo iba a mejorar—cosa imposible desde su punto de vista—o a lo mejor simplemente le tenía miedo a volverse cenizas y encontrar un infierno peor que ese.

los demonios no sufren, decían esos triste y egoístas humanos.los demonios son malos.malísimos.

tsukishima kei no sabía realmente que era eso de ser malo, tampoco que en el fondo no quería hacer nada, simplemente dejar de sentir esa opresión en su ya muerto corazón.

sus pensamientos fueron interrumpidos por una flecha hecha de aquel tan molesto material que podía asesinarlo si llegaba a cortar su cabeza, pero en este caso no sería así pues la flecha había acabado clavada en el tronco y sus rojos ojos se encontraron con unos dorados como la luna, dignos de algún felino salvaje.

rui; kurootsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora