Capitulo 14

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________ pov.

Camine por la gran mansión, estaba oscura y vacía.

Era extraño, ¿dónde estaban todos?

Baje a la primer planta donde todos estaba en silencio, el brillo de la luna era la única luz que se adentraba a la casa.

-________-un grito familiar se perdió entre la casa.

-¿Hola?-Devolvi el grito saliendo de la casa.

Mis pies descalzos frotaron el suelo con suavidad mientras me acercaba hacia la parte trasera de la casa.

-¡Aquí!-Pare en seco reconociendo la voz.

El estómago se me hizo hueco y el corazón dejo de latir.

Una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo poniendo mi piel de gallina.

De inmediato mis ojos se cristalizaron.

Me acerque mas una vez que recapacite.

Ahí estaban los tres.

De espaldas.

-A-alex-susurre y una lágrima se resbalo por mi mejilla.

-Alex-Lo llame apunto de entrar en llanto.

-¡Alex, Angie, Enrique!-grite emocionada con un nudo en la garganta.

Corrí hacia el, hacia ellos.

Las lágrimas brotaban sin parar.

-¡Angie!-Deje escapar un sollozo.

Y antes de llegar a ellos caí.

Caí en un oscuro y profundo pozo.

-¡No!-grite nuevamente perdiendo el sonido de mi voz al caer.

Al fondo vi una luz azul resplandeciente.

Era la grieta.

Y en unos segundos entre.

Salte de la cama y abrí mis ojos con desesperación.

Mi frente estaba sudorosa y mi respiración era agitada.

La luz del sol entraba por mi ventana alumbrando la habitación.

Mire hacia un costado de la cama.

Lord no estaba.

Suspire y me levante con pesadez.

Solo había sido un mal sueño.

Me di un baño y al salir baje al comedor.

Todos estaban ahí, o al menos la mayoría ya que algunos se habían ido a investigaciones que proponía Valor.

-Buenos días -Musite al entrar por la puerta y todos giraron a verme.

Varios respondieron otros solamente saludaron con la cabeza.

Después del desayuno Valor me llamo a la habitación subterránea.

Donde al bajar se encontraba Drift, como el día de ayer.

-¿Pasa algo?-pregunte un poco seca.

—Lo que sucede es que hoy llegan los nuevos a la isla—susurro valor sentada en un sillón de la habitación.

Asentí sin comprender.

—Necesito que ustedes dos los reciban y los lleven a cada uno a su hogar, ¿podrían hacer ese favor por mi?—se cuestiono mirándonos.

Deriva estaba recargado en la pared, con un pie sobre esta y los brazos cruzados.

No llevaba su gabardina, ni su chaleco rojo.

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