《9》

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21 de mayo de 1991.

Richie se dirigió esa mañana nuevamente a la cantera, sin ir a la escuela otro día más. Sólo que distinto a los otros cinco días que llevaba así, esta vez había una presencia más en aquél lugar además de él.

La que más y menos quería ver en esos momentos. Su Eds.

Al verlo pensó en retroceder e irse corriendo de allí como un niño asustadizo. Pero simplemente se había quedado petrificado.
Llevaba cinco días sin verlo. Desde el verano de 1998 nunca se habían separado por tanto tiempo.
Y maldita sea, Eddie seguía luciendo tan hermoso y tierno como sólo él sabía hacerlo. Llevaba una camiseta azul, unos shorts negros con pequeños dibujos de arcoíris en los costados y por último unas medias blancas, altas hasta las rodillas. Sus rizos estaban más definidos de lo usual.

Pero aún así, algo en él se veía... apagado.

Eddie lo vió de reojo, y finalmente posó su mirada en él. Al fin llegaba. Sabía que lo encontraría en ese lugar, era el único que le faltaba por verificar, y ahí estaba justo frente a él.

Richie tragó duro. Por un instante volvió a tener la intención de girarse y escapar de allí.

—¡Richie!—Eddie lo llamó una vez que le dió la espalda.—¡Richie no te vayas! Por favor—las últimas palabras sonaron quebradizas, como si estuviera a punto de llorar. Y aquello fue demasiado para el pelinegro, quien no dudó en volver sobre sí para verlo.

—Lo siento Eds—se disculpó automáticamente.

—¿Podrías... quedarte conmigo?—preguntó el castaño, con esos grandes ojos marrones. Esa era la oportunidad que había estado esperando. Tenía que acercarse a Richie primero.

El pelinegro supo que por mucho que lo dudara, al final nunca iba a poder decirle que no a Eddie. Asintió y se sentó en la roca vieja junto a él. Su corazón latiendo con ferocidad, casi retándolo para que se acercara a Eddie tanto como le fuera posible. Lo extrañaba tanto.
Y Kaspbrak no se quedaba atrás, sintiendo una emoción inexplicable por todo su cuerpo. Al fin estaba cerca de él, al fin luego de cinco agotadores días lo veía, y si bien Richie cargaba con unas oscuras ojeras debajo de sus ojos y llevaba el rostro un poco cansado, seguía igual de bonito. Con sus imperceptibles -nunca para Eddie- pecas, y una infaltable camisa. Llegó a sentir cierta humedad en sus ojos cuando pudo oler su característico aroma. Definitivamente esos cinco días no se sintieron como tal.

—Te extrañé—habló Eddie, rompiendo con el silencio.

Richie sintió alivio y calidez en el interior, porque al menos no había sido el único con aquél sentimiento agotador.

—Yo también Eds—murmuró, lo suficientemente alto para que el otro lo escuchara.—Yo también.

Eddie se resistió el deseo de abrazarlo con fuerza, de no sonreír al volver a escucharlo llamarlo "Eds" otra vez.

—No entiendo por qué todos se alejan—expresó con la mirada en el suelo y su zapatilla jugando con la tierra debajo de él.

—Es difícil luego de recordar—contestó el de gafas, encogiéndose de hombros.—Es más fácil fingir que nada ha pasado.

—Definitivamente no lo es—Eddie lo observó con dureza, tratando de que entendiera.—Todos somos amigos. Deberíamos estar juntos ahora más que nunca antes. Todos sabemos lo que ocurrió cuando estábamos solos. Sé que sabes que en el fondo todos nos necesitamos, por mucho que intenten ignorarlo.

Por supuesto que Richie sabía que su mejor amigo tenía razón. Incluso cuando él mismo intentaba simular que no era cierto. Pero era complicado volver a acercarse a sus amigos. No podían obligarse a pasar el tiempo juntos como antes. No después de que cada uno libraba con su propia batalla interna.
Se quedó en silencio, haciendo entender a Eddie que lo comprendía, que estaba en lo correcto. El más bajo
suspiró, recostando con cautela su cabeza en el hombro contrario. Richie sintió su respiración cortarse por unos instantes. ¿Por qué Eddie atentaba con su la resistencia de su corazón cada vez que tenía la oportunidad?

Mamihlapinatapai~ReddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora