Final

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24 de mayo de 1991 a las 18:30 hs.

Beverly se encontraba en los Barrens, sentada en un tronco caído, jugueteando con una flor alta que crecía del suelo justo a un lado de ella. Centrada y perdida en su mundo de pensamientos ni siquiera notó que Ben Hanscom había llegado también.

—Hola Bev.—la llamó, ocasionando un pequeño sobresalto en la chica debido al inesperado saludo, pero logrando que ella sonriera al ver que se trataba de él.

—Hola, Chico Nuevo.

Por alguna extraña razón le gustaba llamarlo a veces como la primera vez en que lo conoció. Tal vez porque era algo especial y sólo de ellos, realmente no lo sabía muy bien.

—¿Sabes a qué hora vendrán los demás?—preguntó Ben sentándose a su lado. Siempre procurando dejar cierto espacio entre ellos para no incomodarla.

—Se supone que en un rato.—contestó la pelirroja, dedicándole una pequeña sonrisa y volviendo su vista a la flor.

Ben la conocía. Podía leerla sin que dijera muchas palabas. Sabía que ella no estaba precisamente bien. Quería ayudarla, quería que ella sonriera y fuera feliz. Ese siempre había sido su mayor deseo, desde la primera vez en que sus ojos habían chocado con su mirada. Esa que a veces lucía como el celeste del cielo, calmo y sereno. Y que otras, imitaba el violento azul del mar. Él pensaba que Beverly era ambos.

—¿Estás bien?—inquirió el chico, con el tono quebrándose en preocupación. Eso pareció ser suficiente para que Beverly cediera. No serviría de nada dar tantas vueltas, después de todo, Ben ya se había percatado de la verdad.

—Yo... realmente no.

La amargura y la tristeza que habían en esas palabras hicieron que el corazón de Ben doliera un poco.

—¿Cómo se supone que haces para sentirte bien cuándo tu padre siempre que puede te recuerda que nunca serás como la hermosa mujer que fue tu madre?

Ben permaneció en silencio. Meditando cada una de las palabras de la chica, sabiendo que tenían un gran impacto en Beverly. Él no solía verla vulnerable, no mientras no se mencionara a su padre. Ninguno de los Perdedores tenía en claro qué sucedía en esa relación familiar, pero era claro que algo no iba bien, y ahí tenía su respuesta.

—Beverly.—la llamó al cabo de unos segundos, logrando que la chica lo mirara con los orbes azules cristalizados.—No sé cómo haya sido tu madre, aunque por lo que deduzco fue una mujer genial, y sé que preferirías que fuera tu padre quien te dijera esto y no yo, pero necesitas saber la verdad. Eres...Por Dios, eres la chica más increíble que conocí jamás. Sé que sabes que eres hermosa y todos te lo han dicho ya, pero eres más que eso.—Ben se tomó unos segundos antes de seguir.—Eres valiente ¡Mucho más que cualquier otra persona en Derry! Te vi luchar, reír, ayudarnos a nosotros incluso siendo unos torpes Perdedores. ¡Y vamos! Le lanzaste una roca a Bowers a la cara, si eso no es signo de alguien con agallas entonces no sé qué lo sea.

La chica rió. Rió verdaderamente con ganas, como hacía ya un largo tiempo no lo hacía. Intentando memorizar cada palabra que el chico le decía, atesorando cada una de ellas en el fondo de su alma.

—Me refiero a que, no tienes por qué parecerte a tu madre, porque ya eres una de las personas más hermosas que pueden existir.—determinó el chico, sonriéndole con sinceridad.—Hasta la oscuridad de Derry te lo ha dicho, tienes uno de lo corazones más puros, y no sólo de esta ciudad, sino del mundo. Tú eres de las mejores compañías que alguien podría tener, y todos los demás Perdedores concuerdan en eso. Y para agregar eres fan de The New Kids on the Block.—terminó el chico y ambos largaron una carcajada, aunque Beverly no pudo evitar que alguna que otra lágrima rebelde escapara de su mirada.

Mamihlapinatapai~ReddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora