《14》

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24 de mayo de 1991

Eddie llegó tarde a clases. Tal y como todos los otros Perdedores. Normalmente se hubiera puesto un tanto histérico mientras lo único que anhelaba en la primera hora era poder quejarse un poco -demasiado- con sus amigos, debido a que tendría que ocultar otra nota a su madre o sino ella volvería a tener otro motivo para castigarlo. Pero ese día en particular no estaba para nada preocupado. Una pequeña sonrisa se asomaba por sus rosados labios y sus ojos parecían centellar. Tal vez era porque por fin había derrotado a la oscuridad que tanto había amenazado su vida, o tal vez porque al fin tenía la certeza de que su amor era correspondido. Tal vez ambas.

Definitivamente ambas.

Cruzó uno de los tantos pasillos de la escuela en busca de sus amigos, pero uno de ellos terminó por encontrarlo primero.

—¡Eddie!

Bill corría hacia él como si su vida dependiese de ello, empujando y dando leves disculpas a los estudiantes que se interponían en su camino.

Eddie frunció su ceño con confusión y realizó un mohín con sus labios, extrañado por aquella repentina llegada. Y Bill frenó justo frente a él, respirando un tanto agitado y con sus manos posadas en las rodillas, intentando recuperar el aliento.

—¿Acaso quieren matarte? Porque no encuentro otra explicación lógica para que corras de ese manera en medio del pasillo de la escuela.—Eddie lo miraba con una ceja alzada y sosteniendo un libro de matemáticas sus manos, esperando por una respuesta.

—S-sólo dame…u-un momento.—fue lo único que logró pronunciar el de ojos verdes mientras le indicaba con el dedo índice que esperase a que por lo menos pudiera respirar con un poco más de normalidad.

Eddie asintió y dió unas cuantas falsas sonrisas a los estudiantes que los miraban con curiosidad y murmuraban a su alrededor.

—¿Ya respiras?—inquirió Eddie al rato, colocando una mano en el hombro de Bill, quien asintió levemente.—¿Pasó algo?

Bill negó y le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

—Todo e-está bien.—contestó y se enderezó.—S-sólo quería h-hablar contigo.

—¿Y por eso casi mueres a falta de aire?—Eddie le sonrió y Bill lanzó una pequeña carcajada.

—Tenía q-que encontrarte a-antes que los o-otros.

—Así que deduzco que quieres una charla privada.—determinó Eddie mientras apretaba contra sí el libro que llevaba, colocándose un poco en defensa al no saber qué querría platicarle su amigo.

Bill asintió sin dejar de sonreír.

—V-vayamos afuera.—sugirió y no dió tiempo a que Eddie hiciera preguntas.

Ambos caminaron hacia el patio principal de la institución, Bill procurando con la mirada que ninguno de los Perdedores anduviera cerca y Eddie echándole miradas curiosas, preguntándose de qué rayos se trataba todo eso.

Una vez que estuvieron en el patio Bill buscó el lugar más alejado y escondido que pudo encontrar, dirigiéndose con rapidez hacia él antes que alguna otra persona les ganara de mano.
Se sentó en el césped y Eddie lo imitó, ambos rodeados por unas cuantas plantas y varias personas a sus lados, pero lo suficientemente alejados como para que no los escucharan.

—¿Y bien? ¿De qué se trata todo esto Señor Misterio?—preguntó Eddie intentando ocultar cualquier señal de nervios que pudiera estar demostrando en ese momento.

—¿A ti t-te gusta a-alguien?—preguntó Bill sin filtro, sus ojos clavados en la mirada contraria.

Eddie tragó duro y sus ojos se desorbitaron debido a la sorpresa que lo embargó.

Mamihlapinatapai~ReddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora