Otra vez

4.3K 461 130
                                    

Desarmó el nido que con tanto esmero había trabajado, doblando la ropa y colocando todo en su lugar. Apretó su mandíbula con fuerza y ahogó un gruñido en su garganta, neutralizando las ganas de llorar.

¿Como se lo diría a Kirishima?

Vio en un rincón de la habitación la cantidad de objetos nuevos, muchos de ellos aun en su envoltorio: mamilas, juguetes, una carriola.

Ropita de bebé.

Maldita sea. Todo era demasiado deprimente para Bakugou. Dejaría todo despejado antes de que el alfa llegara a casa, preguntándose constantemente si era alguna especie de karma o castigo divino. 

Un ruido de las llaves chocando entre sí hizo que se sobresaltara. Corrió hasta la entrada de la habitación para colocar el seguro. No quería ser visto ahora. Escuchaba del otro lado el sonido de las bolsas siendo colocadas sobre la encimera de la cocina y los pasos que cada vez se hacían mas fuertes, deteniéndose justamente frente a la puerta de la habitación. 

La manilla de la puerta se movió.

— ¿Kats?— preguntó Kirishima. Sentía las feromonas del omega salir por debajo de la puerta, notando de inmediato que algo no andaba bien. Al no escuchar respuesta tocó varias veces, pensando de que quizás estaría durmiendo una siesta. 

— Estoy aquí.— su voz salió sin su característica energía, lo que alertó al alfa.

— ¿Puedes abrir?

— ...no.

— ¡Vamos! traje tu salsa picante favorita.

— ¡Dije que no! — gritó iracundo.— ¡Quiero estar solo!

Hubo un silencio doloroso para el omega. Odiaba gritarle, pero no podía enfrentarlo aun. No con aquella opresión en su pecho y sus ganas de llorar.

— ...bien.— no muy convencido del todo, le daría su espacio al omega.— Si quieres hablar, estaré aquí.

Katsuki escuchó un ruido sordo antes de volver a quedar envuelto en un silencio.

Se recostó en la cama y lloró en silencio hasta quedarse dormido.

///

Cuando miró a través de la ventana notó la iluminación de la ciudad y se preguntó cuanto tiempo había dormido. Sus ojos estaban hinchados y en su rostro pequeñas marcas rojizas adornaban su piel. Y aun quería seguir durmiendo. Pero se extrañó al tener tanto espacio en su cama y sentirla tan fría.

¡Mierda! Había dejado fuera al pelirrojo.

Se puso de pie con prisa para abrir la puerta, esperando encontrarlo dormido sobre el sillón de la sala. Pero no esperó verlo no muy lejos de la puerta de la habitación, durmiendo sentado y abrazando sus propias piernas. 

Y ante la escena su corazón se encogió por la pena. ¿Cuánto tiempo llevaba esperando el pelirrojo?

Se agachó para quedar a la altura y acarició el cabello rojo con suavidad, despertando al alfa. Miraba atento a cada una de sus expresiones. Hizo una mueca de dolor.

— Me duele el trasero.— dijo quejumbroso el pelirrojo.

El rubio soltó una leve sonrisa y con mirada calma. 

— Ven a la cama Ei.— susurrante, el omega.— Te necesito conmigo.

Ambos se pusieron de pie. Antes de avanzar, Kirishima tocó su propio trasero, en un intento de aliviar el dolor.

Le extraño que al ingresar su cama estuviera despejada. Ya llevaba semanas durmiendo en bizarras posiciones para contentar a Katsuki y dormir con él todas las noches en el nido que había hecho con múltiples pertenencias. Ya se había acostumbrado. Lo alertó la mirada pérdida del omega, sabiendo de inmediato que algo no andaba bien.

Be My Alpha!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora