A pesar de ser un alfa, Kirishima tenía en su interior cientos de inseguridades.
Todo cambiará cuando ingrese a trabajar a la compañía de seguros médicos Endeavor y conozca a su jefe Bakugo, un omega que no durará en coquetear ferozmente para conve...
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— No le veo otra solución.— dijo el rubio mientras se cruzaba de brazos.— Tendremos que irnos a vivir juntos. Esta decidido.
— ¡E-espera Bakugou! Eso no tiene sentido.
El rubio miro a Kirishima con una mirada feroz, pero este último hizo caso omiso a su intimidación. ¿No estará Katsuki abusando de la situación para tenerlo mas cerca? Sabía que era cuestión de tiempo una vez que su relación avanzara (solo llevaban unos cuatro meses saliendo), pero creía que era demasiado pronto.
Bueno, todo en su relación iba demasiado rápido ¿De qué podía quejarse?
— ¡¿No quieres estas conmigo?¿Es eso?!
— P-por supuesto que no.—
Ya sabría el final de la discusión. Al final terminaría cediendo.
Hasta el momento, no le había interesado en el estilo de vida de los alfas. Y la realidad era que tenía miedo. Era un sentimiento humano, perfectamente normal hacia lo desconocido. ¿Y si cambiaba todo para mal? El temor a perder lo que era, para volverse otra persona.
Y básicamente, a no ser del agrado de Bakugou.
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Su corazón latía a mil por el sobre-esfuerzo físico y el calor. Gotas gruesas de sudor corrían por su rostro y cuerpo, su pecho subía y bajada en un intento que sus pulmones captaran la mayor cantidad de aire posible, flexionando y relajando los músculos. Su cabeza estaba concentrado en aquella tarea.
— ¡Vamos pelo de mierda!— le gritó el rubio.— ¡Una más para terminar!
— ¡S-si!— contestó apenas, cerrando sus ojos con fuerza y su rostro contrariado.
Levantó por última vez las enormes pesas sobre él para luego dejarlas caer pesadamente. Tenía sueño, estaba cansado y su estómago le dolía por la fatiga y era obvio, pues su "adorado jefe" lo había obligado a ir con él al gimnasio. Un día lunes, a las 5:00 de la mañana, para luego prepararse para ir al trabajo, con todo su cuerpo agotado y adolorido.
Esto era el infierno en la tierra.
Habían sido unas primeras semanas difíciles, principalmente acostumbrarse al energético y exigente rubio, pero de a poco Kirishima iba acostumbrarse a su nuevo destino.
