El celo de un Alfa

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Katsuki quedó maravillado cuando el alfa (SU alfa), lo penetró otra vez llenando su interior por completo. Su pecho estaba contra el colchón, siendo una y otra vez empujado por las poderosas embestidas.

Por las prisas, ni siquiera había alcanzado a encender la luz del cuarto. La única iluminación era la luz que se colaba por la puerta, pues habían dejado las luces del pasillo encendidas.

Pero era algo que a Katsuki no le interesaba. No cuando se sentía tan bien.

Soltó un agudo quejido cuando el pelirrojo lo jaló del cabello, haciendo extender el cuello y dejarlo expuesto a los hambrientos labios de su amante. Su erección desatendida se frotaba entre la sábana y su abdomen, produciendo un delicioso roce.

Lo único que el omega podía hacer era gemir tras cada embestida.

—A-Alfa...—se esforzó hablando entre jadeos. Se sobresaltó entre gemidos cuando su próstata fue golpeada certezamente—¡Ah, ahí! ¡Justo allí!

Inmediatamente comenzó a azotar con mas fuerza el trasero del rubio, arrancando mas gritos de placer. Kirishima levantó su mano y golpeó sonoramente una de las nalgas, haciendo un delicioso gemido. Tan encantado quedo del sucio ruido de las pieles chocando que no dudo en hacerlo otra vez.

La excitación en su cuerpo aumento abruptamente. Fueron solo necesarios un par de nalgadas mas para hacer que el rubio alcanzar su propio éxtasis. Su cuerpo entero temblaba bajo el cuerpo del pelirrojo, que estaba completamente encantado y embistiendo sin parar. No podía pensar con claridad en ese momento. Y todo lo que lo impulsaba a seguir era el delicioso olor de Katsuki, liberando al ambiente tan exquisitamente cada vez que alcanzaba un orgasmo.

Un ligero toque de caramelo. Tan bueno que daban ganas de comérselo entero.

Dejó caer su pesado cuerpo sobre el omega, y sujetando ambos brazos con fuerza, mordió el enlace en su nuca apenas empezó su propio orgasmo. El rubio cenizo se removió inquieto por el dolor y trató de alejarse, pero apenas si pudo moverse y no le quedo mas remedio que dejarse hacer y maldecir en voz alta. El nudo comenzaba a formarse, y llenó el interior con su esencia otra vez.

Metió dos de sus dedos dentro de la boca del omega, quien lamió entre jadeos casi por instinto. Por otro lado, soltó la maltratada piel de su mandíbula para pasar su lengua a modo de disculpa. La mezcla dulce entre el sudor y la sangre lo hizo estremecer, incitándolo otra vez a hacer el amor. Pasó la punta de su nariz suavemente, casi dando una caricia. Cerró sus ojos, aspirando y embriagándose con el aroma a sexo y lujuria en la habitación.

Lo deseaba tanto. Sentía que podría morir en cualquier momento sino lo apretujaba contra su cuerpo y le hiciera el amor.

Desecho el nudo, Kirishima se incorporó y retiró su miembro. Vio con cierto morbo como salía el líquido lechoso del interior del omega. Básicamente era él el responsable de todo: no recordaba cuantas veces se había venido, pero en todas ellas había sido su interior. En ese interior que lo recibía tan estrecho y caliente.

Estaba orgulloso de su trabajo. Pero el omega no estaba feliz.

Katsuki volteo su cuerpo para encarar al pelirrojo. Aún cansado y entre jadeos, le reclamó al alfa su descontento por la fuerte mordida. Ante sus ojos, el alfa se estaba burlando de él, con su mirada lujuriosa y la sonrisa de un perfecto hijo de puta. Trató de acercarse para besarlo, pero el cenizo gruñó en advertencia. Por supuesto, no se dejaría hacer tan fácilmente. 

Ante la negativa, los ojos rojizos del alfa se abrieron y dejando claramente que estaba sorprendido. De todas formas se atrevió a besarlo fogosamente, sometiendo al omega con su peso, a lo cual se ganó una mordida en el labio inferior. Aun con esas, el alfa no se rendiría.

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