·•No aclares que oscurece•·

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Me levanté tarde, admito que fue porque me desperté muchas veces en la noche, pensando en Teodoro, en Estella, y en el príncipe, quién ahora sabe que soy lesbiana, corrección, que somos lesbianas.

Pero lo peor fue escucharle decir “Tenemos que hablar” fuera de la habitación, luego de haberme vestido.

Tenía un montón de preguntas que hacerle, así que desperté a Tiana y salí de la habitación, él me vió hacerlo y con una cara de disgusto se dirigió a la sala.

Muchas de las princesas ya estaban sentadas, y el príncipe luciendo impaciente comenzó a hablar.

- Tengo varias cosas que decir, que tenemos que decir, mejor dicho. Estella y yo hablamos a ayer y llegamos a la conclusión de que nos alarma la situación actual.

- Príncipe no sea tan formal, digámoslo directamente - irrumpió Estella - ¿Son conscientes que son un grupo de lesbianas compitiendo para casarse con un hombre? - Su tono comenzaba a elevarse a medida que procedía - ¿Qué se les pasó en la cabeza? - Frustrada se paró de la silla y golpeó sus puños contra la mesa ratona, la hizo temblar - Estuvimos estas semanas trabajando en sus modales, apariencia, manera de hablar, hobbies... Todo esto a la basura... ¡Son unas irrespetuosas! Hacia mi y hacia el príncipe.

- Estella... No es necesario faltar el respeto - Dijo el príncipe en un intento de calmarla.

Estella lo ignoró olímpicamente mientras sostenía su cabeza con ambas manos, parecía que iba a perder el control.

Yo me sentía fatal, extremadamente culpable sobre todo... Yo siempre supe que esto era una idea idiota, y hasta egoísta con respeto al príncipe, pero no tenía muchas alternativas.
Y sí, me estoy escusando. Teniendo dos o tres contactos, jamás hubiese sabido de un mejor lugar que este al cuál venir. Y en parte no me arrepiento, porque conocí a estas seis mujeres maravillosas y a un chico estupendo, pero el precio que pagaré sospecho será muy alto.

- ¡No me voy a calmar nada! Ya hablé con el rey y la reina y en unos días, no especificaron cuántos - Miró a Agustín enojada - Parece que es de familia venir sin avisar.... En fin, vendrán, ¿Y qué les diré? Son todas... Homosexuales, ninguna será la futura reina para la toma del trono que sucederá en unas semanas... Voy a perder mi trabajo...

Se me hizo un nudo en la garganta, Estella comenzó a llorar, y en la sala grande el eco hacia todo más melancólico.
Entre las chicas nos miramos apenadas, si bien Estella no era de mi agrado sentía legítima pena por ella. Porque está aquí desde hace tanto y somos su primer error.

El príncipe estaba tan incómodo de una manera tan notoria que solo me hacía poner peor. Yo a él lo veo como un amigo... Quizás me vea de una manera distinta, pero el caso es que le llegué a tomar afecto, y me imagino que esta situación le debe caer muy mal.

- ¿Saben? - Dijo Agustín, mirando al piso con sus manos entrelazadas - No sé qué hacer. Por primera vez no puedo hablarles con una sonrisa en el rostro, ni con entusiasmo. Y al pepino con la formalidad, no sé cómo seguir... De persona a persona, necesito que me digan una solución.

Y no mentía, nunca le había visto decaído. Estella asqueada por la situación pidió un té de manzanilla, que ahora parecía ser su único amigo.

Troné mis manos incontables veces, muy nerviosa, realmente estoy muy nerviosa.

Nadie decía nada y la escena era tan miserable que me costaba ver a los demás a los ojos.

Soraya intentó aportar una idea pero terminó en un suspiro de frustración.

- Disculpe la interrupción alteza, pero la llaman en la recepción a la señorita Allison.

Un jóven mayordomo del cual desconozco el nombre con ese estamento me salvó de un minuto más en esta sala silenciosa, y lo agradezco profundamente.

Dejé mi asiento y comencé a caminar a través del pasillo. Fue un largo camino, porque el ruido de mis tacos fue el único sonido que se podía escuchar en toda la residencia.

Cuando llegué a la entrada, del lado de adentro se encontraba un chico de espaldas.

Pensé que era Grayson, o quizás el mensajero, que había venido a disculparse por haber formado parte de la emboscada.

- Buenos días, ¿Con quién tengo el placer?

Cuando se dio vuelta casi escupo mi saliva así como la gente que escupe el café ante la sorpresa.

Pero en serio, sin tontas analogías, Teodoro, el mismo que ayer me estaba diciendo que me extrañaba pero que a la vez formó parte de toda la trampa, se encontraba en frente mío.

- Con tu mejor amigo, Teodoro.

Su sonrisa me producía asco, pensar en que me manipuló para luego quererme regalar a la policía...

- Ex mejor amigo y ex invitado, podés retirarte - Pronuncié cortante mientras miraba a los ojos al señor de seguridad.

- Espera Alli...

- No me digas así.

- Perdón, sé que eso te recuerda a tu papá - Me dolió mucho que mencionara a mi padre, sobre todo él, y de esta manera.

- ¿Aún me culpas por lo que pasó?

Miré al piso, avergonzada de mi misma por no poder perdonar, por ser rencorosa. Aunque no es mi culpa que para los malos recuerdos mi memoria sea tan buena.

- Entiendo... Aún piensas que tuve algo que ver con el arresto de tú padre. Éramos mejores amigos ¿En serio crees que yo lo hice?

- Éramos, exacto. Además, luego de ayer solo creo que sos un mentiroso, y que nunca fuiste realmente mi amigo.

- Y por eso estoy aquí, para aclarar las cosas.

- Yo no quiero escucharte.

Le hice una seña al guardia, para que se acercara, él me afirmó con la cabeza y fue tras Teodoro.

- ¡Soy gay! - Gritó.

¿Qué?

¿Acaso está diciendo mentiras para que el guardia lo suelte? ¿Qué intenta?

- Te felicito, te puedes ir yendo - Le dije. Cómo si quien terminó nuestra amistad porque yo soy lesbiana pueda ser gay.

- Lo digo en serio, soy cien porciento gay, mira.

Mientras el de seguridad intentaba tomarlo de las manos para esposarlo, debido a que se rehusó salir, Teodoro
lo besó. La cara de disgusto del hombre fue divertida en medio de un momento tan estresante.

- ¿Ves? - Me dijo contento.

Luego el guardia le proporcionó una piña, a lo que solo pude decir “Ouch”

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