Prólogo

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Emilio Osorio y Joaquín Bondoni de Osorio estaban casados por Iglesia y Civil.

Frente a las cámaras y reuniones sociales eran el matrimonio perfecto: sonrisas, besos y palabras tiernas.

Cualquiera que preguntase, decía que quería tener un amor como el que Emilio profesaba a Joaquín. Un empresario locamente enamorado por su chico casi bohemio.

Pero Joaquín deseaba que supieran la verdad. ¡Su vida estaba muy lejos de ser perfecta!

Emilio Osorio era un maldito hombre de hielo sin corazón. Avaricioso y de apetito sexual insaciable, Joaquín Bondoni lo tenía para cubrir sus baches.

Joaquín jamás vivió su historia de amor, Joaquín jamás consumó su matrimonio en su noche de bodas, Joaquín jamás recibió un beso dentro de su jaula en forma de mansión o en su lujosa recamara de lamentos en forma de cama King Size.

Cada noche, desde la primera vez, escuchaba a Emilio llegar. Se acostaba dándole la espalda y ni siquiera se molestaba en ocultar el perfume de las demás mujeres, sus labiales o sus marcas.

Pero, en una de sus tantas reuniones, Joaquín llega a su límite, y Andrés Vázquez lo mira con una sonrisa tímida. Andrés comienza a verlo más a escondidas. Y así Andrés con amor y paciencia, se declara el dueño de su virginidad; Andrés despierta los deseos en Joaquín de libertad, y Joaquín pide el divorcio a su "esposo".

¡Oh, pobre Joaquín! No sabe que a raíz de ese pedido iba a conocer a Emilio Osorio enfermo y peligroso que solo pocas personas vivían para saberlo.

¡Oh, pobre Joaquín! No sabe en qué garras ha caído.

Mátame LentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora