Mátame Lento

V

Cuando ambos se quedaron solos, Emilio tuvo el descaro de acercarse a Joaquín y dar un beso en su frente.

– Adelante, trata de arreglar eso ahora – sonrió Emilio

Joaquín se alejó y lo abofeteó.

–Eres un maldito infeliz. Me tienes aquí a tu lado sin siquiera tocarme, solo como un puto trofeo. ¿Por qué no me dejas? Mujeres no te faltan, maldito infeliz – Joaquín frunció el ceño –Soy feliz con Andrés, no te pido nada porque lo tengo todo con él ¡Déjame ya!

–¿Dejarte? ¿Y arriesgar mi imágen? – Emilio río – Y pensar que creía que no eras chistoso.

Joaquín se giró para irse sólo, pero al sentir su mano sobre el antebrazo propio se detuvo. El agarre fue lo suficientemente fuerte para hacerlo jadear de dolor.

– Emilio, suéltame.

Su marido lo empujó hasta él duramente antes de hablarle bajo.

–Escuchame bien Joaquín. Cuando entremos sonreíras, fingirás ser el más feliz del mundo y no te lo haré pagar.

–No – gruñó Joaquín, quitando su brazo a pesar del dolor –¡Ya no quiero fingir más! ¡Lo que hiciste hoy fue suficiente para mí! ¡Ya no quiero ser un ment...! – sus gritos se callaron cuando Emilio lo tomó de la cintura y lo besó.

Joaquín, en la bruma de su odio y asco, escuchó un par de tacones y unas voces bajas antes de que se alejaran y Emilio lo soltará.

–Te lo estoy advirtiendo Joaquín.

Este se limpio la boca con el dorso de su mano y se giró para irse.

Esa noche, después de la fiesta, Joaquín durmió en la habitación de invitados. Después de años rogando por el amor de Emilio y siendo ignorado, ahora era Osorio quién fue ignorado y desafiado.

Por supuesto, la primera noche ni siquiera lo sintió. Ni mucho menos la primera semana.

Cuando se cumplió el mes, Emilio se sentía completamente molestó.

¿Quién se creía Joaquín para ignorarlo? El chico se movía por la casa como si estuviera sólo.

Comenzó a dejar crecer sus rizos en la parte alta como cuando era jovén.

También comenzó a ponerse Crop tops y camisas con solo algunos botones prendidos, Jens, pantalones de cuero. Incluso ni siquiera se molestaba en ocultar las marcas de las noches anteriores.

Ahora a Emilio, ya no lo llenaba completamente el estar acostándose con mujeres. Así que fue un poco más allá y se acostó con hombres, sin tener esa sensación de antes.

Estaba más enfadado, su rostro era el doble de bello y duro que el de antes. Se pasaba horas y horas en el gimnasio tratando de bajar esa tensión que se estaba acumulando en su cuerpo.

Y esa tarde, cuando llegaba del gimnasio a las diez de la noche, Joaquín iba bajando con un Crop Top color rojo que claramente dejaba a la vista su pequeña cintura, pantalones Jens azules ajustados y unas zapatillas negras.

El cabello igual de despeinado y hermoso. Su piel radiante, su cuello con una marca casi lejos.

–¿A donde vas? – gruñó Emilio deteniéndose en la puerta

–¿A caso yo te pregunté a donde ibas esas tardes? –respondió Joaquín, el ruido de las llaves sonando desde su mano.

– Responde, una pregunta no es una respuesta. –gruñó Emilio tomándolo de la muñeca antes de que Joaquín se liberará y lo mirará. ¿Tenía delineador negro en los ojos?

–Okey ¿A donde voy? Andrés me invitó a cenar hoy y como últimamente sales más seguido pensé en que no quiero dormir en una cama fría y la de Andrés es caliente, muy caliente.

–¿Cómo te atreves a...? –gruñó Emilio y Joaquín lo interrumpió.

–¿Cómo me atrevo? De la misma forma en la que tú lo hiciste todos estos años ¿No te fue difícil, verdad? A mi tampoco me resulta difícil.

–Joaquín, al menos aparentaba una imagen feliz.

–¡Oh! ¡Voy a sonreír, no te preocupes por ello! – Joaquín respondió y Emilio se sintió acabado.

Cerró la puerta y lo tendió al hombro. Joaquín comenzó a golpear su espalda duramente antes de escuchar como lo insultaba de mil y un formas.

Peor fue momentos después, cuando lo tiró a la cama y le tiro su celular al lado de él.

–Llamale a Andrés – gruñó Emilio, quitándose su abrigo –Dile que está noche la pasarás en la cama de tu marido.