VI

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Joaquín tomó el celular y lo dejó en el buró a su lado de la cama.

–Dulzura – habló Joaquín, una sonrisa entre dulce y venenosa se formó en sus labios. –¿Crees que voy a cambiar a Andrés por una sola noche de ego contigo? – y tuvo la caradurez de reírse frente a él.

–No será solo una noche – gruñó Emilio, colocándose sobre el, sobre sus rodillas y manos, quedando cara a cara. – No te voy a permitir que repitas lo de este mes.

–¿O qué? – Joaquín frunció el ceño, solo centímetros separaban sus bocas. –¿Se van a dar cuenta que quién me arranca gemidos dignos de películas porno no eres tú? ¿Qué no eres el tigre que todos creen en la cama?

Emilio no pudo soportarlo mucho más. Estampó su boca con la de Joaquín furiosamente. Los dedos de Joaquín rasparon con sus uñas el cuello de Emilio en un intento de alejarlo.

–Si crees que ese imbécil lo hace bien...– gruñó Emilio, quitándole rápido y algo torpe el Crop Top a Joaquín – No me has conocido.

–No quiero hacerlo – habló Joaquín, tomando una almohada para golpear con esta la cabeza de Emilio, el mismo que sonrió.

– Deberías – habló Emilio – Porque no sabes lo que te espera.

El rostro de Emilio desapareció en el cuello de Joaquín, sus labios besando, sus dientes marcando, dejando marcas rojizas al inicio y otras cada vez más abajo.

– Aléjate – gruñó Joaquín intentando quitarlo pero Emilio tomó sus muñecas y lo tiró a la cama para sostener las mismas sobre su cabeza.

Los besos bajaron a su pecho, sus dientes mordiendo y chupando sus pezones. Los besos siguieron bajando y cuando llego a su vientre, Joaquín cerró los ojos.

–Llama a Andrés, dile que la pasarás conmigo. – susurró contra su piel, bajando sus pantalones poco a poco.

–Emilio, prometes mucho..– Joaquín tomó el celular en su mano y giró sobre su marido – Y he aprendido mucho en una cama...– Joaquín hizo que sus torsos se rozaran mientras se incorporaba sobre el miembro que ¡Oh, sorprendentemente! estaba duro – Ha montar como los mejores, a chupar como nadie, a dilatarme si tengo que hacerlo y a volver loco a mi amante...– susurró y cuando Joaquín se deleitó al ver a Emilio sumido en sus palabras, se levantó rápidamente y salió de allí, encerrandolo en la habitación.

– ¡Joaquín! – gritó Emilio al otro lado de la puerta y el nombrado no perdió tiempo.

Se vistió con lo primero que encontró y tomó las llaves del coche de Emilio para salir. Para cuando Emilio logró salir de la habitación por haber encontrado una llave muy bien escondida, Joaquín se había ido.

Su celular sonó, Emilio lo atendió con un gruñido y escuchó una risa.

Ya no soy el mismo estúpido, Emilio. ¿Acaso no te llegó el mensaje de que Andrés me abrió los ojos? Si no puedo tenerte a ti no voy a esforzarme por intentarlo entonces.

– Estás jugando sucio Joaquín.

¿No crees que tú lo hiciste conmigo? Durante tantos años rogandote silenciosamente, acostándome solo en una cama que era para dos. Pero el estúpido Joaquín solo quería el amor de su esposo el cual se acostaba con zorras. ¿No te parece que eso sí es jugar sucio?

Espero que si tienes algo de conciencia no vuelvas aquí – habló Emilio apretando su iPhone fuertemente en su mano – Porque en cuanto pongas un pie aquí, tu vida se convertirá en un infierno.

– ¿Y crees que sigo teniendote miedo? – Joaquín rió del otro lado de la línea – Eres solo un hombre Emilio. Sólo eso, con mucho dinero, un don nadie con mucho dinero, la mitad de aquello es mío. Somos iguales

No iguales – habló Emilio – Tú estás aprendiendo a ser un hijo de puta. Yo ya lo soy, desde antes que nos viéramos cara a cara, ya lo era.

Emilio cortó la llamada y gruñó. Perfecto nadie dejaba así a Emilio Osorio.

Pero tal vez ese había sido el error de Emilio. Creer que aún no había nacido la persona que fuera capaz de devolverle su propio juego, creer que Joaquín no despertaría su lado infeliz que también tenía.

Entonces Emilio suspiró y giró sus ojos hacia la habitación donde Joaquín dormía.

Mientras Emilio hacia lo que estaba en su cabeza, Joaquín entró al departamento de Andrés; el mismo que lo recibió elevandolo en sus brazos.

–¿Y? ¿Sucedió lo que te dije? – habló Andrés, sonriendo y Joaquín repartió besos por todo su rostro.

– Absolutamente todo... ¿Hoy lo intentamos en la cocina? – habló Joaquín y Andrés mordió su labio inferior.

– Ve a sacarme tu culo sobre la mesada.

Joaquín bajó de los brazos de Andrés y se quitó su sweater para tirarlo por ahí.

Mátame LentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora