No te dejaré, no otra vez. Guerreras Maxwell. (PAUSADA)

Cicatrices

Bodrick:

Decir que la sorpresa no me cabe en el cuerpo, es decir muy poco.

Tras haberme despedido de Johanna cuando abandonó mi habitación, fui a hablar con Brendan sobre cómo solucionar ese estúpido arreglo matrimonial por el que Liam se convertirá en el esposo de Johanna en menos de un par de semanas.

Diréis, es normal que ahora intente anular ese acuerdo si casi se acuesta con Johanna, pero no. No es solo por eso, ella siempre ha sido la persona más importante en mi vida, ya sea cuando era mi mejor amiga o cuando se convirtió en algo más. Aunque nada de lo que ocurrió en mi habitación hubiera pasado, yo hubiese ido a por Liam igualmente.

Una vez que localicé a mi hermano, estaba en una de las torres del castillo, en la azotea con su prometida, fui a hablar con ellos que al parecer hablaban del mismo tema, en vez de su reencuentro y el amor que se procesan.

Brendan y Jessica siempre han sido mucho más cariñosos y pastelosos de lo que pudimos llegar a ser Joh y yo, pero que estuvieran hablando de esa boda y no de la suya me hizo darme cuenta de lo jodido de la situación.

Cuando llegué a ellos saludé a Jess con un beso y a mi hermano con un asentimiento de cabeza, de vuelta Jess me sonrió pícaramente y mi hermano se rio con lo que deduje que la pequeña guerrera le había contado nuestro encuentro en mi habitación. Nos pasamos bastante rato hablando como hacíamos antes, hasta que llegó Gigi con Samma y nos advirtieron de que se iba a celebrar un fiesta por la inminente boda y que era preciso llevar a un compañero y por eso estoy aquí.

- ¿Te queda mucho?- Pregunto, ya que lleva más de cinco minutos hurgando en el armario.

- Verás, te explico. No soy un as en la moda y el hecho de que no encuentre más que vestidos con corsé, con la espalda abierta o que parezca una monja, no me ayuda a decidirme. - La oigo un poco estresada y no puedo evitar reírme. - Muy gracioso tú, ¿no? ¿Por qué no vienes aquí y me ayudas?

No lo dudo y me giro en redondo, la encuentro con las manos en la cabeza mirando el armario y los vestidos como si tuvieran ojos y eso solo hace que me ría aún más alto.

Cuando me oye se gira sobre sus pies y me mira alzando una ceja. De repente, al verla dejo de reírme y ella me mira extrañada.

- ¿Qué pasa? - Niego con la cabeza, no sabría explicarle el momento nostálgico que me ha golpeado y para evitar que vuelva a preguntar, me acerco a ella y reviso su ropa.

- ¿Te has puesto alguno de estos antes? - Digo señalando un conjunto de vestidos que parecen nuevos.

- La verdad es que cuando estaba en el campo de batalla me encantaba llevar estas hermosuras que se ven tremendamente cómodas. - Me dice sarcásticamente y no puedo más que sonreír.

Observo sus vestidos y me decanto por uno negro, de espalda semiabierta y se lo enseño. Pone una cara un poco rara pero se decide a probárselo. Me alejo de ella y me doy la vuelta, oigo movimientos de telas y espero pacientemente.

Al cabo de varios minutos la oigo resoplar y me planteo girarme pero no quiero que se enfade si la veo desnuda porque aunque a algunos les sorprenda, Johanna y yo jamás hemos estado desnudos en la misma habitación.

- Bodrick, ¿podrías ayudarme con los lazos del vestido?

Le digo que sí y me giro lentamente, pero nadie me había preparado jamás para la imagen que la chica a la que amé me proporciona.

Hago un recorrido con la mirada por todo su cuerpo comenzando por los pies, los cuales están descalzos dándole una apariencia muy juvenil. Continuo con el bajo del vestido y subo hasta su cadera donde se localiza una especie de cordón que separa la falda de la parte superior del vestido. La falda es lo suficientemente ajustada para no utilizar can-can, pero lo suficientemente amplia para que no se sienta asfixiada. Mientras que la parte superior se moldea completamente a su cuerpo y muestra un ligero escote, que miro más de la cuenta, y, por último, las mangas no son más que un trozo de tela que se coloca debajo de sus hombros.