Capítulo 18 || Si vuelves...

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Narra Iván

Me dolía cómo Yoandri me trataba. Hice y dejé muchas cosas por él, intenté cambiar lo más que pude. No saben lo difícil que es aceptarse a uno mismo. Lo difícil que es intentar algo y que no salga bien.

Los días y noches se volvieron mas largos. Mi ventana pasaba cerrada las 24 horas del día, porque no quería que él mirara y me viera llorar o triste por no tenerlo a mi lado.

Mis amigos venían a visitarme seguido, más que nada los días que faltaba porque me sentía extremadamente mal como para ver a Yoyo.

Intenté millones de veces que Joel hablara con él o que me contara lo que sabía, pero él se negaba diciendo que si era su decisión tenía que respetarla. Sabía muy bien que algo ocultaba, lo notaba en su manera extraña de ponerse nervioso cada vez que le preguntaba algo.

Habían días que miraba por el mirador de mi puerta para ver cuando llegaba, y no había día que deseara empezar el año nuevamente para no haberlo conocido jamás.

Es que, Yoandri se había instalado en mi corazón y no quería irse de allí. Él me había mostrado realmente lo que era querer a una persona y que ahora no esté más conmigo hacía que no entendiera para qué sirve el amor.

Porque eso era lo que sentía por Yoandri.

Amor.

Habían días en los que le mandaba cartas, deseando que las leyera y tenga compasión por mi, pero era imposible. Ninguna de ellas obtuvo una respuesta, así que decidí dejar de mandarlas. Es que, no tenía sentido.

Por las noches solía pensar en él, en qué estará haciendo. Si será feliz o estaría igual que yo. Porque eso me llenaba de dudas. ¿Él estaría tan triste como yo en este momento?

Las preguntas daban vueltas en mi cabeza, así que decidí ir a hablarle, a preguntarle cómo está, que es de su vida, si ya me pudo superar y comentarle que yo no he podido sacarlo de mi cabeza.

Estaba tan decidido que en ese mismo momento salí de mi casa y fui hacia su puerta. Dude un par de minutos sobre si golpear. ¿Realmente quería esto? No lo sé, pero no podría sacarme la duda hasta que lo hiciera.

*toc toc toc* sonaron mis nudillos contra su puerta de madera.

Pero no esperaba para nada ver el rostro de la persona que abrió la puerta, y menos ver el camión de mudanza llegar.

Irreal pero fantástico | IvandriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora