PARTE 02
Al anochecer, en el punto más alto del cielo, entre las diversas, grandes y blanquecinas nubes, se podía apreciar a un ave de gran tamaño, con colores tan llamativos como el marrón en la parte superior y gris por debajo, alas redondeadas, y patas largas, fuertes y grisáceas.
Dicho animal se encontraba en pleno descenso, después de emprender su arduo vuelo por los alrededores de un obscuro y despampanante castillo hecho a base de piedra negra, el castillo que fue su hogar desde prácticamente su nacimiento, El Castillo de Neg.
Su entorpecida manera de volar y a la vez buscar un lugar donde posar sus patas, dificultó su equilibrio. Sin embargo, y muy afortunadamente justo a tiempo, logró percatarse de una lejana, pero antojable, exquisita y aperitiva recompensa.
El ave ni se tomó el tiempo de pensar y cayó en picada, pues estaba dispuesto y decidido a degustar aquél alimento, sin que nada se lo impidiese.
Fue así como, al tener la comida en su pico, notó que ahora sus patas estaban sobre el brazo de un hombre, pero no cualquier hombre, sino su dueño.
─Cada vez os admiro más, preciosa ─halagó el príncipe mientras sonreía plácidamente para su ave, y la acariciaba con mucha suavidad y ternura; como si de un bebé se tratase─. Os estáis convirtiendo en el centro de atención para esta alma que siempre ansía teneros cerca.
Fueron unos primorosos besos en la cabeza, los que recibió el ave por parte de su dueño. Sin duda, eran los gestos que más encantaban a su consentida mientras era recibida con ese tacto tan atento y perspicaz.
A diferencia de una tercera presencia, que se hizo notar inesperadamente cercana:─Espero que de esa misma manera; sino es que mejor, tratéis a vuestra futura esposa.
El ave reaccionó casi instantáneamente, pues tembló sin remedio y acabó volviendo a emprender su vuelo por los aires, dejando así en privacidad a ambas personas, quienes se hallaban en uno de los pasillos libres de techos del castillo.
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EL DESTINO DE LA CORONA
Teen FictionLa codicia y la envidia por el poder será motivo suficiente para desatar el caos entre los nobles. Pero hay quienes, entre tanta malicia y desgracia, deberán recordar el valor del honor y la responsabilidad que conlleva tener a toda una nación en la...