UNOS MINUTOS MÁS TARDE
Un fuerte estruendo de vidrio cayendo al suelo fue lo que sorprendió a todos los invitados en el castillo de piedra negra.
─¡¿Pero qué hacéis?!, ¡soltadme! ─exclamó La Duquesa Olivia al encontrarse rodeada y atrapada por los fornidos brazos de Los Caballeros del Reino de Neg, los cuales le habían echo soltar de golpe la copa que traía consigo.
El Conde Yar apareció finalmente en medio de todo el gentío. Aquellos ojos del hombre sólo podían ver a los tantos guardias apresando a Olivia, pero no encontraba explicación alguna para ello, al contrario, se sentía confundido.
No quiso preguntar sobre lo sucedido a nadie, pues diversas mujeres se encontraban prácticamente desvistiéndole con la mirada en la distancia; lo cual le hacía sentir incómodo hasta el punto de querer evitar contacto de cualquier tipo. Sin embargo, no pudo escapar de los rumores que se soltaban hasta entre el resto de voces masculinas en el lugar.
─¿Cuánto tiempo imagináis que la encerrarán por haber tratado de envenenar a Clara?
─Yo creo que a quien encerrarán es a Arvalia; no debió ser tan impertinente como para acusar a La Duquesa.
«¿Es que a esa Infanta le gustan los problemas?», caviló Yar al escuchar los murmullos de los invitados. Cruzó miradas con Arvalia, y procuró ser explícito en sus señas que denotaban incertidumbre.
─¡No podéis creer en las palabras de esta muchacha! ─Olivia barrió con la mirada a su acusadora.
─¡Yo no puedo creer lo bajo que habéis caído actuando en contra de quien menos lo merece! ─contraatacó Arvalia.
─¡Soltadme de una buena vez! ─La Duquesa forcejeó hasta liberarse de los Caballeros─, ¡no podéis acusarme sin pruebas!
─¡Vuestro Barón os delató, eso es suficiente prueba!
«¿Gustavo?», pensó Olivia, y titubeó:─¡Siguen siendo más palabras, no hay hechos, Infanta!
─¿Significa que estáis autorizando a Los Caballeros para que registren vuestra alcoba?
«¿Alcoba?, ¿La Duquesa de Minivias pensaba quedarse en Neg?», pensó Yar.
─¡Estoy ordenando vuestra detención! ─exclamó Olivia ante su acusadora─, no tenéis derecho alguno para levantar falsos contra alguien de mi puesto. Vos sois únicamente una mujer que no tendrá valor hasta que vuestra madre fallezca o encontréis esposo.
─Oh, ya comprendo, os estáis reflejando en mí.
En ese momento, no había más ruido que el eco de todos y cada uno de los invitados, más y más murmullos atacaron La Sala de Baile; se podría decir que hasta se escuchaban ligeros abucheos. Yar se encontraba más extrañado que nunca; habían ciertas dudas que le hacían sospechar de ambas mujeres.
Fueron Los Caballeros quienes trataron callar a los tantos cuchicheos, pero quien en verdad lo logró fue Elias, El Rey de Neg, quien reapareció en la sala acompañado de la apenas casada.
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EL DESTINO DE LA CORONA
Teen FictionLa codicia y la envidia por el poder será motivo suficiente para desatar el caos entre los nobles. Pero hay quienes, entre tanta malicia y desgracia, deberán recordar el valor del honor y la responsabilidad que conlleva tener a toda una nación en la...