6. PERSECUCIÓN

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Cada recamara es revisada con cautela y recelo; además de prudente detenimiento y precisión. Los Caballeros de Neg procuran buscar hasta rastros en las ventanas; por más innecesario que les parezca. Todos pierden el pudor de lograr conservar algo escondido; hasta las prendas más indebidas. 

La esperanza de hallar respuestas y culpables, era lo que provocaba a esos Caballeros para que no se detuvieran; aun si llegaba la noche y debían proseguir desvelados. Pero sin duda aunque sea una minúscula prueba debía encontrarse.

Ningún invitado se quedó tranquilo, pues a más de uno le incomodó tal salvaje acto de rebuscar hasta en los fondos más recónditos de todas las habitaciones. Nadie se sentía a salvo.

Incluso los que se sentían inocentes, comenzaban a dudar sobre si lo eran. Temían acabar siendo exhibidos incorrectamente. Aquél era un temor que les hacía estremecer por completo; sin duda sudaron la gota gorda a pesar del invierno que se empezaba a presenciar en las afueras. 

La nieve abundaba por todos lados, a diferencia de las evidencias. Nada se encontraba fuera de lo usual, nadie tenía culpa que cargar, nadie podía ser condenado. 

Uno a uno, Los Caballeros se fueron resignando a continuar, pues eran tantos invitados por interrogar y tantas pertenencias que analizar, que las energías se les acababan. Sin embargo, tenían ordenes de no parar, y dejar para el final a las dos mejores sospechosas: La Duquesa de Minivias, Olivia y La Infanta de Farunia, Arvalia.

Cuando llegó el momento de esculcar entre las pertenencias de Olivia, el mismísimo Rey de Neg, Elias, se dispuso a presenciar cada movimiento y acto de todo; su corazón le gritaba tantas cosas que le hacían aun más grande su agonía por saber quién recibiría el mayor castigo por intentar atentar contra un importante miembro de la corona; como La Reina de Neg, Clara.

El tiempo va transcurriendo, pero Elias prefiere seguir y seguir en esa habitación; buscando una y otra vez en los mismo lugares. No obstante, sus propios Caballeros le informan más de una vez que no hay ningún sitio más donde meter las narices.

Es en ese momento, cuando aparece Santino; el ahora Rey de Minivias. Tuvo intenciones de calmar a su padre, pero este último sólo tensaba más y más sus puños al percatarse de que en realidad no había nada que buscar en esa habitación. 

Por otro lado, El Conde de Farunia, Yar, se adentró con gran sutileza en los aposentos de la muda. Su única intención era recibir la verdadera información de la propia boca de La Infanta. 

─Habladme con franqueza, os lo pido. 

─No tengo nada que deciros, Conde.

─Por favor, os lo digo enserio. ─Yar quiso conservar su cautela y añadió susurrando:─Vos y yo somos los únicos que permanecieron en esa biblioteca, por ello dudo que seáis la responsable de todo esto. Por favor, decidme que no me equivoco.

Arvalia continuaba muda e indiferente, esperando a que El Rey de Neg se decidiera a ingresar a sus aposentos para la respectiva revisión.

─La Duquesa va a quedar libre de culpas; a ella no le han encontrado nada. Os lo suplico de corazón, decidme que no tenéis nada que ver en esto. No quiero meterme en problemas sólo por una maldita noche en la biblioteca.

─¡Diréis por fingir estar ebrio!, ¡no me culpéis por vuestras tonterías!

─Oh, pero qué acabo de escuchar ─intervino Olivia al presentarse en la puerta de la habitación─. ¿Un Conde haciendo ese tipo de cosas?, ¿por qué me sorprende?

Tras esa frase, a La Infanta le surgió una duda: «¿Será que por eso fingió?, ¿primero envenenó la comida de Clara y después intentó esconderse entre los soldados?»

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⏰ Última actualización: Jan 22, 2020 ⏰

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