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Para la noche, volvía demasiado cansada al hotel, casi a rastras. Las puertas corredizas se abrieron de a par cuando dio un paso sobre la alfombra, permitiéndole ingresar al lugar.
Era hermosa la decoración de la sala principal, combinado con las luces tenue que habían. Le daban su toque al ambiente.
—Buenas noches— saludó con una ligera sonrisa a la recepcionista para seguir.
—Buenas noches— dijo de la misma manera, pero reaccionó al momento —. Espere señorita Hayashi.
La detuvo al segundo de haberla llamado. La castaña volvió sobre sus talones, confusa de lo que pasaba.
—¿Si?
—Una tal Madoka ha cambiado su hospedaje a otro edificio. Unos hombres ya vinieron a trasladar sus pertenencias.
—¿En serio?— sorprendida, preguntó.
—Sí, espero que no le moleste.
—No para nada. Pero, ¿en dónde queda mi nuevo hospedaje?— interrogó, aún sin saber cómo reaccionar al respecto. Había sido una noticia muy apresurada, ni siquiera se había tomado la molestia de llamarla.
—Aquí tiene las indicaciones— le extendió una pequeña hoja a rayas, con la dirección del lugar en donde se quedaría.
—Muchas gracias. Que tenga buenas noches— se despidió, girando sobre sus talones para salir del hotel, de nuevo.
—Igualmente señorita Hayashi.
Al estar en el exterior, soltó un pesado suspiro. Era muy tarde y aún así debía de realizar otro recorrido. Chequeó las palabras, intentando analizarlas. Pero apesar de ello, no sabía en donde quedaba ese lugar. Se dirigió hacia la banquina, intentando llamar un taxi.
Le costó un poco, pero lo consiguió. Le entregó el papel para que la llevará hasta allí, y así fue.
En camino, sentía como sus párpados pesaban. Ya quería dormir, y el movimiento del vehículo le complicaba la labor de mantenerse despierta. Observando a través de la ventanilla, podía percatarse de todas las luces que habían aún encendidas en la ciudad. Apenas pegó el ojo, sintió como el auto se detenía.
—Aquí es.
Adormilada, volvió a abrirlos, observando el gran y lujoso edificio que se alzaba a su frente. Era demasiado increíble. Quedó con la boca entreabierta. ¿Acaso era real? Le enviaría un mensaje a Madoka a penas consiguiera buen internet.
Pagó lo correspondiente para bajarse y seguir detallando el lugar. Seguía sin creerlo en lo más mínimo.
Algo insegura, comenzó a avanzar, dispuesta a ingresar a su nuevo lugar de hospedaje. No tenía ni pinta de hotel, parecía más un edificio de departamentos de personas con poder, reconocimiento y/o dinero.
Las puertas se abrieron.
Dio unos pasos hasta detenerse y notar que, la mirada disimulada del recepcionista, estaba sobre ella.
—Buenas noches— saludó, ocultando su inseguridad.
—Buenas noches, señorita Hayashi.
—¿Me conoces?— preguntó curiosa.
—Por supuesto. A parte de ser una bailarina famosa, comenzará a quedarse aquí— sonrió amablemente.
Ella le devolvió la mueca positiva.
—En el piso cinco, y tome— le extendió una llave.
Se aproximó más a él para recojerla y detallarla.
—¿Qué número es?— interrogó, sin encontrar el número en el objeto que se le había sido entregado.
—Señorita, es la mitad del piso el departamento. Tome el segundo elevador y la única puerta que vea, es en donde se queda— informó.
—Esta bien. Muchas gracias— se giró un poco para ir directo al segundo elevador que había en aquella sala tan elegante.
Lo llamó y esperó a que llegara. Dos, tres segundos, y ya estaba tocando el botón del piso que le había indicado el hombre que la había recibido. Durante ese trayecto, se quedó viendo en el espejo, cansada y demasiado. Soltó un bostezo al tiempo en que tapaba su boca.
Sin darse cuenta, ya había llegado. Se bajó y se quedó observando la puerta que estaba a un metro de donde estaba parada. Era un lugar pequeño para la entrada. Ni un minuto más, introdujo la llave en la cerradura para comenzar a girarla, y así empujarla e ingresar.
Quedó boquiabierta. No creía lo lujoso que era aquel departamento.
—Whaou...— dijo con los ojos bien abiertos, como si el sueño se le hubiera escapado —. Whoau— volvió a repetir. No quería imaginar cuánto le había salido el alquiler a su mánager.
Lentamente, fue cerrando la puerta para seguir embobada por la decoración del departamento. Aún no creía que allí se quedaría casi un mes. Siendo sincera, estaba bien en el hotel.
Siguió pasando al interior del lugar, inspeccionandolo mejor. Había una gran cocina, un living enorme, un techo casi alto, y más. Estaba demasiado sorprendida.
Como si lo hubiera recordado, soltó un largo bostezo. Al día siguiente podía seguir inspeccionando el lugar, el cual parecía que ya había alguien allí. Pero le restó importancia, creyendo que lo habían preparado para ella.
Finalmente, llegó a la habitación.
—Whoau...— murmuró notando la cama de dos plazas que había. Conclusión: todo el departamento tenía temática de moderno.
Antes de dar un paso, volteó la cabeza en dirección a una puerta, que estaba entre abierta y de dónde salía luz. Confusa, sentía su corazón latir rápidamente del miedo que comenzaba a tener.
A aquello lo relacionaba con esas películas de terror, que tanto escuchaba hablar pero nunca veía. La imaginación le ganaba en esos momentos. ¿Se atrevería?
—¿Hola?— dijo evitando quebrar su voz. Se atrevió.
Dio un pequeño salto en retroceso al ver como la puerta se abría más. Estaba que explotaba del temor que la invadía. ¿Sería su final?
Observó, quieta, como una figura masculina, con unos pantalones largos y una camisa en una de sus manos, el torso al descubierto, y la cabellera empapada. Una cabellera blanca. Oh no.
—¿Shu?— atónita, preguntó sintiendo su rostro enrojecer.
—_____... tiempo en que no te veía...— una pequeña sonrisa había comenzado a aparecer en los labios del albino.
Si Madoka había hecho aquello a propósito, se las pagaría muy caro.
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ERES MI VIDA |Shu Kurenai y tú|
RandomEl tiempo, pasa. La distancia, se extiende. Las situaciones, suelen cambiar. Y el amor, sigue estando arrinconado. Ambos ya viven sus vidas como las podrían considerar normales. Él era el dueño de un famoso equipo de Beyblade y ella era una excelent...