—¿Qué... qué haces aquí?
—Yo vivo aquí.
El joven hombre seguía luciendo una linda sonrisa tranquila, como acostumbraba.
—¿Ah?— estaba cada vez más confundida.
—Y ahora tú también— informó aún igual. Tomó mejor la camisa del pijama para comenzar a colocarsela.
—¿Qué?— todavía no llegaba a comprender a que llegaba porque su cerebro se había quedado en la información anterior. Desvío su rostro, colocando su mano a un lado de su cara, paralela a sus ojos para evitar verlo. Ya suficiente sonrojada estaba.
Shu Kurenai cambió su sonrisa a una tierna por ello. Cuando ya estaba vestido completo, se aproximó hacia donde estaba la castaña, sin que lo notara. La tomó del mentón para hacer que lo viera.
Obviamente, él era más alto que ella, y aquella cercanía hacía más clara la diferencia de estaturas. La cara del muchacho reflejaba, tiernamente, un pequeño cariño mientras que, la de la bailarina, aún mostraba sorpresa.
—Que ahora viviremos juntos— repitió.
—No— negó tomando distancia, colocando sus manos sobre el pecho del de cabellos blancos.
—Solo será un tiempo. Tranquila.
_____ Hayashi seguía sin comprender la tranquilidad que tenía. ¿Por qué?
—Oye, si esto es una broma, dile a Madoka que le ha salido muy bien y que no es de mi agrado— con dos de sus dedos, se tomó el puente de la nariz y cerró sus ojos.
—¿Tu mánager?— ladeó un poco la cabeza, incrédulo.
—¿Quién más te hubiera contratado?— alzó la mirada evitando irritarse.
—·····, Madoka no me ha dicho nada.
—No me llames así. ¿Y entonces? ¿Quieres decir que todo esto fue idea tuya?— no lo aguantó más y mostró que estaba molesta.
—Puede ser— dijo girando la vista a otro punto, levantando un poco sus hombros y manos, al tiempo en que una una sonrisa "yo no sé nada", se pintaba.
Abrió como plato sus ojos verdes. ¿Él lo había hecho? ¿Por qué? No podía ser que luego de varios años siguiera sintiendo algo, ¿cierto? Podía llegar a ser el caso, ya que estuvo evitandolo todo el tiempo.
—No...— comenzó negando.
—Sí— le llevó la contra.
—No— negó bajando su cabeza al tiempo en que la tomaba.
—Mañana cuando te prepare el desayuno, cambiarás de opinión. Te lo aseguro— guiñó un ojo.
—¿Qué te hace pensar que me quedaré a dormir?— molesta, lo encaró, mientras se cruzaba de brazos.
—A estás horas es bastante complicado conseguir una habitación— era casi un juego para el apellidado Kurenai, un juego que se lo tomaba con calma.
Buen punto. No dijo nada al respecto, solamente se dispuso a ver a otro lado, haciendo un puchero enojado, algo que provocaba que se viera tierna.
En cambio, Shu aún no creía que su plan había funcionado y en menos de un día. En primeras horas de la tarde, había realizado esa llamada siendo muy detallista y cuidadoso en cada parte del plan. Tenía una segunda oportunidad para intentar cautivarla de nuevo, sino finalmente la dejaría en paz. Con solo pensarlo, sentía como su corazón se estrujaba, aguantando no borrar la pequeña sonrisa que aún estaba en sus labios.
El tiempo era poco, pero las ideas eran demasiadas. Con alguna, al menos podría hacerla recordar los buenos tiempos que habían pasado, antes de las mentiras.
Se habían quedado en silencio durante unos minutos, algo que había incomodado a la bailarina quien no dejaba caer su semblante, mientras que el blader seguía perdido en sus pensamientos. Hasta volver a la realidad.
—Ahí tienes la cama— se hizo a un lado, señalando con sus manos el mueble anteriormente nombrado.
_____ encarnó una ceja, todavía de brazos cruzados.
—No pienso dormir en la cama en que tu duermes. El sillón está bien— dijo distante.
—¿Entonces dormirás en donde me siento?— juguetón, provocó que se volviera a sonrojar.
—Ah-...— las palabras no salían de su boca, ya que no se le ocurría que contestar. Soltó un pesado suspiro, dándose por vencida —. Dame una almohada y una sábana. ¿En dónde quedaron mis cosas?
Él dejó escapar una pequeña risita, ocasionando que se ruborizara más. Se dirigió al gran armario que había en la habitación, corriendo una de sus puertas a un lado, ya que era corredizo.
—Aquí están todas tus cosas— se movió a un lado para enseñarle. Allí dentro, ya estaban guardadas sus pertenencias.
En otras palabras, él mismo se había encargado de organizar todo lo que ella había llevado consigo para ese viaje. Eso contaba: remeras, algún abrigo, pantalones o faldas, su traje de baile, y lo que más importante, su ropa interior. Cerró sus ojos, desviando su cara a otro lado, intentando fingir que no había pensado la lista.
—Pásame mi pijama— extendió su brazo en su dirección, sin verlo.
A los segundos, recibió su conjunto de dormir, que parecía el de una pequeña niña comparándolo con el que él llevaba puesto. Sin decir nada, Shu también sacó una sábana de ahí y buscó una almohada de su cama. Luego se lo entregó.
—Si quieres el baño para cambiarte, tienes este o el que está al final del pasillo-...— antes de que terminara de hablar fue interrumpido.
—Iré a ese— y salió del cuarto. Después de todo, ya había inspeccionado un poco el departamento.
Se dirigió al living para organizar su "cama". Cuando acabó, tomó su muda para ir a ese baño.
Al acabar todo y ya encontrarse acostada, tomó su celular para chequear la hora. Era pasada la media noche. Soltó un pesado suspiro para dejarlo y buscar una posición cómoda para dormir. El sillón era como un sueño para descansar, pero no si se encontraba en la vivienda de aquel muchacho.
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ERES MI VIDA |Shu Kurenai y tú|
De TodoEl tiempo, pasa. La distancia, se extiende. Las situaciones, suelen cambiar. Y el amor, sigue estando arrinconado. Ambos ya viven sus vidas como las podrían considerar normales. Él era el dueño de un famoso equipo de Beyblade y ella era una excelent...