Capítulo 10

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-¿Me puedes explicar quien se enferma mientras aún es verano? - dijo retirando el termómetro de la boca del menor.

-Lo siento - arrastraba las palabras, estaba agotado, no había dormido bien y el dolor no lo dejaba pensar con claridad.

-Si me hubieras hecho caso cuando te dijo que llevaras paraguas para comprar porque llovería esto no hubiera pasado - lo regaño.

-Lo siento - se disculpó otra vez.

Sanemi vio el número en el termómetro con molestaría, para luego tomar su celular y caminar a la puerta.

-Tienes 39 grados, no iras a la escuela.

-¡Espera! - se levantó de la cama con la intención de ir tras el mayor, pero un fuerte mareo lo hizo tropezar y desplomarse contra el piso, la confusión le hizo imposible reaccionar para frenar la caída.

Sanemi alcanzó a notar esto, atrapándolo con una velocidad y suavidad impresionante, dejándolo acostado sobre la cama nuevamente.

-¡No vuelvas a hacer eso, idiota! - no estaba enojado, pero si muy preocupado, el menor estaba ardiendo en fiebre y para colmo tenía el descaro de intentar ponerse en pie.

-Pero no quiero estar lejos de ti, Nemi - sollozo, ciertamente el estar enferme lo volvía más sensible de lo habitual.

-Yo nunca dije que te dejaría solo, torpe - suspiró - llamaré a la escuela y avisaré que no iré a trabajar.

-¿No tendrás problemas por eso?

-No te preocupes por mi - acarició con ternura su frente para luego volverlo a cubrir con las mantas - aún no son ni las 7 de la mañana, no tendrán problemas en encontrar un reemplazo - sonrió - además el director me debía un favor por dejar pasar a Hashibira a pesar que su puntaje no era suficiente - explicó mientras se cambiaba la piyama por un buzo cómodo y se dirigió a la puerta - llamaré a la escuela e iré a comprar algo de medicina para ti, vuelvo en 15 minutos, intenta dormir.

Genya lo despidió con una dulce sonrisa al verlo apagar la luz y salir. No negaba que se sentía una molestia y bastante culpable por ocasionarle problemas a Sanemi, pero también le alegraba tener su atención, sus cuidados y sus mimos a disposición todo el día, estaba actuando como un niño consentido. Lástima que su cuerpo no cooperaba con su alegría: su cabeza daba vueltas, se sentía sudado y no era capaz de decidir si tenía frío o calor; en un intento de apaciguar todo, cerró los ojos y se acomodó para intentar dormir como su hermano lo recomendó. No pasaron ni dos minutos hasta que cayó rendido ante el sueño, perdiendo así la noción del tiempo.

Aún dormido sentía su cuerpo pesado, era imposible lograr acomodarse, se removía en la cama intentado encontrar alguna posición que le quitara el dolor. Era desesperante, incluso le contaba respirar, quería gritar y llorar por como se sentía, hasta que un tacto refrescante, casi milagroso, hizo contacto con su frente, calmando al instante gran parte de sus malestares. Genya se acurrucó instintivamente más cerca del amoroso alivio de su angustia, sujetándolo entre sus manos y acariciando con él el resto de su rostro; era la mano de Sanemi, que a pesar de no ser extremadamente fría, en estos momentos estaba muy por debajo de la temperatura corporal del menor. Había regresado hace algunos minutos y le fue imposible quedar indiferente ante el evidente malestar que su hermano presentaba, ofreciéndole su tacto como una medida desesperada para calmarlo. Intentó retirar la mano para preparar un paño húmedo que poner en la frente de Genya, pero este no se lo permitió, aferrándose con más fuerza

-Nemi - gimoteó - no me dejes.

¿Estaba soñando? Sanemi lo miraba confundido, era evidente que el menor seguía dormido, pero no era capaz de distinguir si sus sueños eran plácidos o no.

Tiempo Perdido [SaneGen] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora