Capítulo 11

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La suave brisa nocturna acariciaba su rostro y movía su cabello mientras permanecía apoyado de espaldas en la baranda de la terraza. Sus ojos detallaban admirados cada una de las brillantes estrellas en el cielo al mismo tiempo que sus oídos intentaban deshacerse de la música sonante a la lejanía.

-¿Fue demasiado para ti? - el sonido estruendoso fue reemplazado por una voz dulce y cariñosa, una que conocía bien. Descendió su mirada desde el cielo a los ojos que ahora lo miraban, Sanemi juraba que eran mucho más hermosos que cualquier estrella que haya visto antes.

-Tanto ruido es agobiante, necesitaba tomar un poco de aire - admitió - ¿Tu por qué viniste?

-Te extrañaba - dijo colocándose a su lado.

Ambos miraban el interior del edificio a través de los ventanales transparentes que conectaban la terraza con el interior de la fiesta.

-Se ven muy felices - murmuró Genya, como si pensara en voz alta.

-Bueno, se acaban de casar - sonrió - y para todo lo que tardaron, más les vale ser felices.

-Uzui si que tardó en proponerse.

-Casi 6 años, me parece un exceso.

Ambos rieron ante su casual conversación, estaban felices por la hermosa boda que Kyojuro y Tengen acababan de tener, los conocieron por tantos tiempo y vieron florecer su relación en primera persona, ahora contemplar hasta dónde habían llegado juntos los hacía sentir orgullosos.

-Por cierto, Genya, entrégame esa copa, aún no tienes edad para beber alcohol - extendió la mano de forma exigente.

-¿Tengo edad para hacer el amor contigo pero no para beber? - lo miró coqueto - además ya no soy un niño, acabo de ser admitido en la universidad ¿lo olvidas?

-No lo he olvidado - suspiró - pero aún así, dame esa copa.

Genya rió y obedeció, viendo como el mayor solo la dejaba apoyada con cuidado en la baranda lejos de él. Ya no era un niño, pero tampoco podía considerarse del todo un adulto, con sus 18 años no estaba en edad para consumir alcohol y aun si tuviera la edad suficiente, estaba seguro que a Sanemi no le agradaría verlo ebrio.

-Lo siento - murmuró agachado la mirada.

-¿De qué hablas, Nemi?

-Es solo que, me cuesta acostumbrarme a que ya no eres solo un adolescente.

-No te preocupes, creo que es normal - sonrió - después de todo, tu fuiste quien me crió y me vio crecer - despegó su espalda de la baranda y se colocó en frente de Sanemi, abrazándolo por sobre los hombros, dejando sus frentes juntas - pero quiero que sepas que sin importar cuanto tiempo pase, yo siempre te amaré de la misma forma - el mayor sonrió, dándole un corto y dulce beso en los labios. Sin importar cuanto tiempo pasara, siempre lograba hacerlo sonrojar así.

-Nos hemos besado muchas veces y aún te sigues avergonzando.

-¡No es mi culpa! Es culpa de Nemi por ser tan lindo - reprochó, haciendo reír al mayor - ¿sabes? - bajó la mirada y deshizo el abrazo, permaneciendo aún frente a Sanemi - Estoy un poco deprimido - el contrario se cayó enseguida y prestó toda su atención para las palabras de su hermano - ya no podré estar contigo en la escuela, no podré verte en los recesos o almorzar juntos todos los días - parecía genuinamente triste, el tono de su voz descendía y se hacía pesado - me harás mucha falta - sollozó - y ahora, con la boda de Uzui y Rengoku, me puse a pensar en que... - apoyó su frente en el hombro del mayor, escondiendo las lágrimas lejos de su vista - tu y yo nunca podremos casarnos.

"Así que se trataba de eso..." pensó Sanemi. Sabía que algo raro le sucedía al menor estos últimos días, se veía desanimado y distraído, pero cada vez que intentaba hablar con él sobre eso, decía que no era nada y terminaba cambiando de tema. Sabía que el día de hablar sobre eso llegaría alguna vez, el hecho de que su relación no era normal era innegable y que poco a poco tendrían que pasar menos tiempo juntos también lo era. Genya debía crecer y madurar, estudiar y trabajar, debía convertirse en un adulto, cargar con sus propias responsabilidades y decidir el rumbo de su vida. Sanemi ya no podía hacer las cosas por él, ya no podía protegerlo de todo y mantenerlo aislado en un lugar cómodo donde nada malo pudiera pasarle, tenía que confiar, confiar en que era capaz de hacer las cosas solo.

Tiempo Perdido [SaneGen] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora