El puerto de Lisboa

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Lisboa, 7 de julio de 1727.


Un estibador del puerto comenta con su compañero:


- ¿No te parece un poco más elegante de lo usual ese bergantín?


- Si, un poco. - responde su amigo echándole una ojeada.


- Parece que ha sido botado hace poco tiempo. No se le ve ni un rasguño.


- Si. Me pregunto quienes serán.


Por la escalerilla del barco comienza a bajar un joven vestido con un conjunto de color negro muy llamativo llevando por encima una larga capa elegante con una capucha que le cae casi sobre los ojos. Definitivamente debe tratarse del capitán.


Llegando casi a pisar los tablones del muelle se gira hacia atrás y apresura al oficial que acaba de empezar a bajar del navío.


- Henry. Apresúrate, no podemos perder tiempo hoy.


- Si, capitán. - responde el primer oficial Henry Fox apresurando el paso.


Al llegar a abajo el capitán le pregunta a Henry:


- ¿Le comunicaste a Arthur mis instrucciones? - pregunta el capitán con interés.


- Si Señor. Ya está al tanto de las instrucciones. - responde con seguridad Henry.


- Bien. Te quedas a cargo del barco. Asegúrate de que se lleven a cabo todas las tareas previstas. Necesito hacer algunas cosas en la ciudad. Vuelvo al atardecer. - dice el capitán dándose la vuelta para marcharse.


- Pero señor. ¿Está seguro de ir solo? Nunca ha estado aquí señor. Y necesitará un traductor.


El capitán solo se voltea para mirarlo a los ojos con las manos detrás de la espalda con esa típica mirada suya de "ve a hacer lo tuyo y no te metas en lo que no te concierne". El primer oficial Henry asiente y se da la vuelta para dirigirse al barco mientras que el capitán hace lo mismo para seguir su camino.


"Todos los puertos huelen igual", piensa James. Mientras camina por el puerto de Lisboa, el capitán James Shane observa como es la vida allí, y termina pensando lo de siempre, unos pocos tienen suerte, la otra gran mayoría no.


Decide entrar en algunos negocios pero ninguno le ofrece nada de interés, todas las cosas parecen comunes a su vista, nada capta su atención. El capitán Shane tiene un buen estoque nuevo y reluciente, hecho a la medida para él. También guarda oculta en un costado interior de su capa una pistola nueva de buen alcance y precisión. Al pasar por una de las primeras calles del interior de la ciudad rechaza a unas prostitutas de burdel que lo llaman con insistencia. Lo que si no rechaza es comprar un buen ramo de uvas al pasar dos calles más, desayunó bien, pero le gustan las uvas.


Al llegar al lugar que buscaba se encuentra a la entrada de una taberna de buena apariencia, pasa adentro y rápidamente capta la mirada de muchos de los presentes, echa una ojeada rápida y continúa caminando. Llega hasta la barra y le habla directamente al tabernero.


- ¿Tiene fresas a la venta? - pregunta con irritación.


Algunos borrachos de los que están cercanos a él se echan a carcajear y hacen comentarios bromistas sobre su tonta pregunta. James hace caso omiso de las burlas, no sin dejar de apretar los dientes y espera la respuesta del tabernero.


- Si, sígame un momento, las ponemos detrás en el almacén. - dice atolondrado el tabernero.


Algunos de los hombres de la barra se quedan desconcertados por un momento pero vuelven a sus tragos luego de que James y el tabernero pasan la puerta que da al salón.


Luego de pasar un pasillo llegan a la puerta del almacén.


-Está dentro. Le está esperando. - le dice medio temeroso el bigotudo tabernero.


-Bien. - dice simplemente James esperando que el hombre se marche.


Pero el hombre no se va y comienza a hablar:


- Me dijo que...


- Si, si, ya se. - lo corta James mientras le da tres monedas que saca de una pequeña bolsa que lleva en el cinto.


Al irse el hombre, James niega con la cabeza y pone los ojos en blanco. Por fin pasa la puerta y la cierra tras él. Mira hacia todos lados entre los barriles, sacos y toda suerte de recipientes llenos de productos, alimentos, también hay muchos muebles y telas.


- Hola James... - susurra una voz que no tiene tiempo para predecir de donde viene pues solo atina a bloquear el reflejo de una brillante hoja metálica que se acercaba velozmente hacia él desde arriba.


En una fracción de segundo se encuentra de frente a una figura delgada y un poco mas baja que él mientras que con su mano derecha bloquea una hoja oculta de acero idéntica a la suya y con su mano izquierda aguanta la otra mano de su contrario.

El Corsario SombríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora