El Ingeniero

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La bota del capitán toca tierra de nuevo, esta vez es en la colonia holandesa de Curazao. Al lado del capitán James va la señorita Annabel, un poco más atrás les sigue el oficial Fox. Luego de atravesar juntos las primeras dos o tres calles del puerto, llegan al lugar donde quedó estar la señorita Annabel con el contacto del maestro Kyle para que los dos asesinos fueran guiados hasta el científico que decodificará el documento. El sol está poniéndose, el color rojizo de la tarde avanzada cae sobre el puerto, haciendo que la gente circule bastante rápido para volver con sus productos y herramientas a sus casas.

En una esquina bastante transitada, recostado a la pared de una casa, hay un hombre delgado vestido como un pirata y lleva capucha, pero que tiene un curioso símbolo en su cinto, exactamente el mismo que llevan James y Annabel en su ropa. Annabel hace el ademán de quitarse la capucha, pero justo antes de alcanzar la tela baja de nuevo sus manos y espera... El hombre vestido de pirata hace exactamente el mismo ademán. Luego de eso Annabel y James se acercan al hombre, descubren sus rostros y este los imita.


- ¡Eugene! Ha pasado tiempo. - sonríe James al ver de quién se trata y le pone una mano en el hombro como gesto cordial.

- Hola, Eugene. - saluda Annabel al hombre.

- Hola muchachos. Me alegro de verlos. - responde el hombre sonriendo.

- Nosotros también Eugene. No nos veíamos desde mis entrenamientos. - le dice James acordándose de aquellos días pasados.

- Si, lo recuerdo. De lo único que no me alegro es de que llevo como seis días aquí tostado al sol esperando para veros. - sonríe el hombre descruzando los brazos y enderezándose para ponerse de pie.

- Oh, Eugene. Te lo compensaremos. - dice con empatía la señorita Annabel.

- Si, claro, como siempre... Vamos, mi jefe les espera. - responde Eugene.


El capitán Shane se gira hacia el oficial Fox para darle las instrucciones que llevará a cabo la tripulación durante su ausencia:


- Henry, estaré fuera hasta mañana. Quedas a cargo de la tripulación hasta que vuelva. Tenemos suficiente comida, así que se puedes repartir raciones dobles entre los marinos. Nada de ron esta noche. Si alguien pide la paga del mes ahora lo mandas al calabozo, luego del primero más nadie lo discutirá. No nos podemos dejarnos ver mucho por las autoridades de ningún país. Lleva el barco al muelle este, zarparemos de allí, Anne y yo iremos allí directamente. Y lo más importante: si otro de esos idiotas espías británicos te aborda para darte otro mensaje le das un porrazo en la cabeza y lo echas al calabozo a él también, lo interrogaré cuando vuelva. - explica claramente el capitán Shane.

- Así se hará, capitán. - responde el oficial Fox asintiendo y se retira al ver como su capitán asiente también.


El oficial se pierde de vista al doblar la calle que han pasado anteriormente, con eso, el contacto de los asesinos, Eugene, les guía por las calles hasta llegar a donde hay un coche esperándolos. Eugene, caballeroso, abre la puerta del coche a la señorita Annabel y la deja pasar primero, James pasa detrás de ella y al entrar Eugene, este último cierra la puerta tras de sí. El coche es de carro cerrado, para ocultar de la curiosas miradas a quienes transporta y también para darles privacidad al hablar.

El Corsario SombríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora