Arenas tropicales

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Varias semanas después...


- Oye Nick, toma. - le dice Tom a su compañero mientras le pone un saco de legumbres al hombro.


- Tú trae los dos sacos de naranjas, con eso bastará. - dice Nick mientras baja por la escalerilla de estribor y se mete en el bote.


- ¿Por qué tengo yo que llevar dos sacos? Tú llevas uno solo. - se queja Thomas.


- ¡Porque los chícharos pesan mucho más! ¡Cabeza de chorlito! No te quejes y apresúrate. - pone los ojos en blanco Nick mientras habla.


- ¿Crees que solo dos sacos de naranjas den para toda la tripulación? - pregunta extrañado Tom.


- No... pero no hay más. De todas formas, después del almuerzo un solo vaso de jugo nos dará el sueño suficiente como para no despertarnos hasta la noche.


La tripulación del bergantín "The Hawk" encontró unos islotes ya estando cerca de la primera escala de su viaje, San Juan. El Caribe está lleno de estas pequeñas islas, usualmente poseen una variedad de plantas tropicales muy bellas que junto a la blanca arena fina que las caracteriza forman un paisaje paradisíaco.


Esta vez, el capitán inglés James Shane, un corsario bajo las órdenes de Inglaterra, ha decidido que su tripulación merece pasar un buen rato disfrutando un par de días de las playas de estos pequeños paraísos de tranquilidad caribeños. El barco ha sido anclado a una distancia prudente y han desembarcado formando un pequeño campamento en el islote mayor del pequeño archipiélago. Fogatas, guitarras, pollos asados y ron abundan a poca distancia de la blanca orilla de arenas tropicales. El viento es fuerte pero agradable, todos tienen un motivo para sonreír.


James y Annabel están en un lugar apartado sentados en unas butacas procedentes del camarote de James, los jóvenes conversan tranquilamente mientras se toman una botella de whiskey holandés de diez años de añejo.


- ¡Cabo Thomas! - llama el capitán al marino que pasa por delante de él con un saco medio vacío al hombro.


- ¿Señor? - el marino para en seco y se da la vuelta aterrado dando un saludo militar a su capitán.


- La zona de descarga es por allá. - dice simulando seriedad el pícaro James.


- ¡Si señor! - se apresura a continuar el cabo Thomas.


- Y recoge las naranjas que dejaste atrás. Llevas el saco con la abertura hacia abajo. - añade James sonriendo.


Cuando Thomas se da la vuelta ve un rastro de naranjas por todo el camino por donde pasó, al parecer las naranjas no hacen ruido al caer en la arena. Tom se queda como aturdido y comienza a recoger las naranjas arrojándolas dentro del saco. Al terminar, sigue su camino y James toma una naranja que no vió Thomas y comienza a pelarla.

El Corsario SombríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora