El mar

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11 de julio de 1727, a unos 200 km de la costa de Portugal.


Está atardeciendo, el sol cae lentamente y la brisa es fuerte pero agradable. Los marinos pueden estar confiados con Henry al timón; a su lado, el viejo Arthur le acompaña para asistirle en lo que sea necesario. La cubierta del navío acaba de ser limpiada y todos están tranquilos en sus puestos. Los tripulantes en descanso se divierten con juegos de mesa en los que hacen sus pequeñas apuestas.


La mayoría de la tripulación proviene de Inglaterra, marinos con experiencia en la armada británica y algunos de sus nuevos reclutas están bajo el mando de un joven capitán de veintisiete años, natural de Liverpool. A pesar de ser joven, James se ha ganado el respeto y aprecio de su tripulación bastante rápido teniendo en cuenta que llevan menos de medio año navegando juntos, a excepción de su primer oficial, Henry Fox, al que conoce desde hace diez años.


El bergantín "The Hawk" alcanza hasta dieciséis nudos de velocidad a toda vela si el viento es bueno. Como artillería dispone de veintidós cañones, siete troneras en el segundo nivel bajo cubierta por cada costado, dos cañones frontales y dos traseros. Por último, cuatro en la cubierta, dos para cada lado. Con la reciente incorporación de la señorita Anne ahora son noventa y tres almas las que viajan en este navío.


Algunos marinos de la tripulación debaten que tipo de operación realizaba su capitán en Lisboa, de la cual nunca les comentó de que iba. Solo saben que ahora se dirigen a Curazao, que está en América, a la que solo cerca de la mitad de los tripulantes ha navegado. Hay cierto temor entre la tripulación por la nueva expectativa, pero nada de lo que preocuparse.


Mientras tanto Annabel y James conversan en el camarote de capitán.


- Nos espera un largo viaje... Creo que nos aburriremos un poco en el mar. - dice James despreocupado.


- Bueno, al menos tuvimos algo interesante al escapar de Lisboa. ¡Fue una pasada! - dice entusiasta Anne.


- ¿Ahora sonríes? Estabas aterrada en el salto. - sonríe sarcásticamente James.


- Bueno, lo cierto es que estabas tú, solo confié en ti. - dice apenada la chica.


- No importa. Si, fue genial. - le sonríe el corsario.


El capitán y su amiga salen a cubierta, James se pone al timón mientras que la señorita Anne entabla conversación con el oficial Henry y el contramaestre Arthur.

Entre la tripulación ahora se debate que habrá para la comida, cada cuál tiene su propia opinión pero no lo sabrán hasta que Chang, el cocinero, les diga que la cena está lista. El cocinero asiático es un hombre de unos cuarenta años, conocido por su pericia en la cocina, prepara unas comidas excelentes debido a su experiencia y a que el capitán tiene un alto concepto de todo lo que se necesita para llenar un estómago con buena comida, siempre hay en la bodega todo lo que el cocinero necesita. El hombre de ojos entrecerrados siempre lleva una sonrisa en su rostro, se le conoce por ser bondadoso y hospitalario, pero también por su habilidad con los cuchillos, y no solo en la cocina.


En la noche están todos satisfechos por la excelente comida, sencilla, pero sabrosa.


De nuevo están en el camarote Anne y James conversando después de tomar su cena especial con pan tostado, jamón, pollo, vino y manzanas frescas.


- Primero llegaremos a San Juan y desde allí enviaremos una carta a Kyle, luego partimos a Curazao, tal vez hagamos algunas escalas. - dice James.


- ¿Por qué le dices Kyle?


- Porque si. Solo nos enseñó porque nuestro padre le pagó bastante por eso y solo le caemos bien porque tenemos talento y nunca le hemos fallado. - explica irritado James.


- No digas eso. Es como un padre para nosotros.

- le dice Anne extrañada.


- Tal vez para ti. Pero yo siempre he sido mi padre, nisiquiera mi propio padre lo fue realmente. Solo me compraba cosas y me enseñaba ciencias. Pero era solo para que fuera tan inteligente y "grande" como él. Para tener algo más de lo que pudiera enorgullecerse delante de la gente. - explica James seriamente y medio enojado.


Anne no dice nada, solo lo mira con tristeza, se acerca a él y le acaricia el rostro con las manos mientras se queda frente a frente con él.


El viejo Arthur está observando el horizonte mientras el joven Henry está al timón. Un fuerte viento repentino viene en contra de lo esperado, el contramaestre se acerca al borde de la cubierta para mirar el mar, el agua está de color oscuro y el oleaje empieza a ser un poco más alto de lo usual. "Tal vez sea que ya es de noche", piensa el hombre, pero al fijarse bien a lo lejos, ve nubes grises formándose rápidamente. Sin pensarlo dos veces se apresura a llegar hasta donde está Henry. Por el camino se encuentra con Akin.


- ¡Muchacho! ¡Baja y reúne a todos en la cubierta! ¡Rápido! - le dice tomándolo por los hombros.


Al llegar al timón le dice a Henry:


- !Dame el timón y busca al capitán, se avecina tormenta!

El Corsario SombríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora